Parece obvio que año tras año el número de leyes y decretos varios de los organismos públicos va creciendo de manera imparable. Es uno de esos datos en los que no se fija casi nadie, pues a nadie parece importarle.
Algunos se quejan de manera particular si esa nueva regulación X les afecta de manera directa y no pueden seguir ejerciendo de manera “normal” su actividad. Pero en general, la cantidad de legislación nueva es saludada por las masas como señal de progreso. No obstante, esa legislación es promovida por las mismas masas.
Muchos han de pensar que ese es el camino al progreso infinito, sobre todo en las filas de la llamada izquierda. Pero lo que no saben es que esa “burbuja legislativa” no es sino una de las razones de la caída de su sistema tan amado: la democracia parlamentaria.
Las masas piensan que la solución está en la democracia asamblearia y en las comunas y ahí es donde probablemente vamos dirigidos. Pero una democracia asamblearia traería como resultado más normas si cabe, lo cual a la larga producirá el colapso de la democracia asamblearia (comunista para los despistados). Eso es tan inevitable como que un cuerpo se descomponga cuando el parásito ha devorado su última gota de sangre; para que luego el cuerpo se desplome como las torres gemelas de New York.
¿Fenómeno global o regional?
Apuesto que el número de trabajadores que necesiten algún permiso gubernamental para realizar sus trabajos “formales” se irá cerca del 100% en muchos países. En muchos países europeos no queda mucho para alcanzar esto. En los EEUU aún queda pero van por el mismo camino.
Algunos piensan que el crecimiento regulatorio es cosa de sus propias regiones. Muchos españoles piensan que el crecimiento de la legislación en España es único. Lo comparan con otros países de Europa aludiendo al hecho de que en esos países solo se ha creado la “Y” parte de lo que se ha hecho en España; y por tanto si arreglamos ese diferencial arreglaríamos el problema, o parte de él.
Lo que ocurre aquí es que esto es un tema global; un tema que abarca a todo un ciclo de la humanidad.
Aquí no hay salvación para Alemania o Inglaterra, porque hayan creado solo 5.000 páginas de legislación el año pasado; y destrucción para España porque haya creado 100.000. Bien es cierto que en algunos lugares el efecto exponencial del final de ciclo (algo similar al comportamiento de una burbuja de carácter financiero como la de la South Sea bubble, o las más recientes del Nasdaq en el 2000) se alcanza antes que en otros.
Pero que nadie lo dude: todos los países seguirán por el mismo camino del agujero negro regulador.
En cualquier país Europeo la regulación ha crecido de manera constante desde la instauración de los sistemas democráticos durante los últimos 100 años. Todos esos países presentan el mismo comportamiento ascendente en este hecho. Algunos tienen pequeños retrocesos una década, grandes crecimientos en otra; pero la tendencia a largo plazo es clara: al alza.
Digamos que un apostador lo tendría fácil de existir un mercado de este tipo con una tendencia tan clara. Pero ¿Durará esto para siempre? Me temo que no, y me temo que su mismo crecimiento es una de las claves de su autodestrucción.
El estudio de Dawson y Seater
Estos americanos publicaron un estudio en el cual expusieron la (supuesta) correlación entre crecimiento regulatorio y pérdida de crecimiento económico, afirmando que de no ser por el increíble crecimiento regulatorio de las últimas décadas, el PIB de los EEUU podría ser unas cuatro veces mayor. Por lo tanto reclaman que lo que habría que hacer para fomentar el crecimiento sería la reducción de la regulación y de los procesos burocráticos (no creo que esto le haga mucha gracia a los que perciben salarios de las AAPP, siendo este grupo mayoría hoy día en las democracias occidentales). Bien, en esto tienen razón, pero hay algo que no alcanzan a entender y que tampoco entienden los demás liberales. El problema aquí es desconocer la realidad de los procesos biológicos y como estos están en consonancia con las leyes universales de expansión y contracción, de ascenso y descenso.
Las masas dan por hecho que la visión verdadera del Universo es aquella de un continuo progreso, ascenso y evolución. Hasta aquí bien. En la vida por supuesto que hay ascensos. Pero los ascensos son limitados por muy largos que estos puedan parecer; desde lanzar una manzana al cielo hasta el ciclo expansivo del universo. Aquí hay que entender lo siguiente: El PIB de los EEUU es más o menos el que tiene que ser por razones que son intuitivamente contrarias. Tan contrarias que a muy pocos se les pasa por la cabeza tal noción.
El problema de un gran crecimiento económico, o éxito en cualquier circunstancia, es que produce cambios en la realidad del individuo, sociedad u organización. Cambios que van más allá de lo material.
El éxito; la riqueza material en este caso, hace que las masas se inclinen a la laxitud espiritual: en otras palabras, las masas se vuelven profundamente altruistas y por ende los movimientos que tienen todas las papeletas para ganar son aquellos adheridos a pensamientos de dicho tipo; de ahí la popularidad creciente del socialismo en los últimos 200 años (en todas sus vertientes).
Si los EEUU, de alguna manera milagrosa hubieran evitado la instauración del pensamiento altruista en la psique de sus masas y tuvieran un PIB cuatro veces mayor, el resultado que obtendríamos sería un mayor sentimiento altruista aún tan pronto como el «bloqueo del sentimiento altruista» fuera removido y, por tanto, un futuro abrazo al socialismo proporcional. Además solo hay que imaginarse a unos EEUU con un PIB per cápita 4 veces superior a sus coetáneos europeos para entender que lo que se produciría sería una emigración masiva a los mismos por parte de todas las naciones del mundo (mayor incluso que la actual) y al final tras los cambios políticos inevitables que transcurrirían en el devenir de décadas los EEUU acabarían cayendo hasta alcanzar la media de sus primos europeos.
El confort de la Revolución Industrial
Pero aquí el asunto central es el que ya comenté. El ascenso material producido por la Revolución Industrial trajo una gran confortabilidad y riqueza (material que no espiritual) a las masas de genética europea.
Durante la primera fase del ciclo, los europeos se expandieron en todos los sentidos. Pero ya por esas fechas tempranas, empezaron a afirmarse las bases de la filosofía altruista. Hoy en día el triunfo de dicha filosofía es total.
Las masas viven en la ilusión de que es democracia la causa de la riqueza y lo que nunca entenderán es que la democracia es consecuencia de la riqueza. Esto es muy difícil de explicar, y no digamos de entender por las mayorías.
El lavado de cerebro es total.
Cualquier posicionamiento que cuestione el ideal democrático será rechazado como algo de lo más depravado. Aquí se incluyen todas las masas de la izquierda socialista y todas las de la derecha e incluso la mayor parte de los liberales de derecha; es decir todo el mundo. Solo unos locos pensamos diferente al paradigma oficial pero es que ese paradigma es así por razones naturales. Soy consciente de que esto no se puede cambiar con una batalla intelectual. Digamos que la naturaleza está “programada” para que esto funcione así.
Es una cuestión de destino.
El caso de la regulación en España
El caso de España es en verdad, curioso. Si algo puedo decir de España es que será probablemente uno de los primeros países en desintegrarse o en formar una comuna gigantesca cuando sobrevenga el colapso económico. Al menos tiene todas las cartas para ello.
En un gráfico de la web de Diego Sánchez De La Cruz se puede comprobar la locura del sistema autonómico español. Es evidente que una de las causas de que España sea uno de los primeros países en estar a punto de caer al abismo es ésta.
El problema si bien es reconocido por parte de miembros del partido (socialista) conservador es casi intratable. Se han hecho intentos para reconducir el problema pero la realidad es que esos intentos se han topado con una muralla.
El hecho es que la maraña burocrática, una vez ha sido creada, es muy difícil de romper. La única ruptura que puede venir es por fuerza mayor. Mediante la democracia no se podrá resolver este problema, ya que la misma democracia es la que lo crea y alimenta. Se puede vencer en el corto plazo, como por ejemplo hizo la odiada Tatcher en el Reino Unido, pero el mercado alcista regulatorio seguirá impasible a largo plazo. Es un mercado alcista tan fuerte como el Dow Jones en los últimos 100 años.
Ya veremos si los dos pueden mantener su tendencia a largo plazo en este siglo.
Todo día tiene su ocaso.