De todos los términos que despiertan animadversión en el mundo actual, creo no equivocarme si afirmo que la especulación es el que levanta más pasiones de todos.
No hay nada que las masas odien de manera más profunda que a los malvados especuladores.
Los comunistas y admiradores del reino del materialismo histórico odian (de boca para afuera) la especulación; los nacionalsocialistas también la odian.
Aunque resulta curioso que puertas para dentro, en la privacidad de sus hogares no pocos individuos que culpan a los especuladores de todos los males del mundo, se dedican a hacer apuestas deportivas, de póker y algunos incluso abren cuentas con brókeres financieros. Así, tengo amigos de lo más progresistas, rayando el marxismo, que juegan desde años a varios tipos de apuestas. Apostar a los deportes está bien y apostar en los mercados financieros mal. Odian una cosa y luego practican lo mismo pero con otra forma (en el fondo es peor incluso) Es la nueva teología del materialismo; la nueva moral de la iglesia cultural marxista.
Etimología de la especulación
La especulación es, en realidad, consustancial a la vida misma y para encontrar su origen tendríamos que irnos muy atrás en el tiempo, cuando los valores de la sociedad eran otros totalmente opuestos a los de la actualidad.
La etimología* de esta palabra tiene algunas variantes que pueden ser:
• La palabra proviene de specularis, que en latín quiere decir relativo a un espejo. Por lo tanto cuando especulamos, en realidad nos estamos viendo en un espejo.
• Otra interpretación es que especular no proviene de speculum (espejo) sino del verbo latín speculari; el cual hace referencia a ‘mirar desde arriba, desde una atalaya, observar y espiar’. Así en las guerras speculator sería el explorador; el que hace la labor de inteligencia. En latín tardío el término speculativus se empleó en términos filosóficos con valor de contemplativo o teórico. El étimo base sería el importante verbo latino spicio, spectum ‘mirar’, de origen indoeuropeo.
• La palabra especulación es una de tantas que derivan de la raíz indoeuropea ‘spek-‘, término asociado a la visión.
• Si la palabra procede del latín “speculari”, como defiende Pedro Menoyo Bárcena, y quiere decir “mirar desde una atalaya”; esto querría decir que la palabra representa el mirar algo a fondo y estudiar sus secretos.
• “Specula” era un término latino con el que se llamaba a la avanzadilla de las legiones romanas. Eran los vigías y los centinelas; aquellos que observaban los movimientos del enemigo. Su arriesgada misión era la de anticipar los movimientos enemigos mediante su observación.
Como se puede ver los orígenes de este término no hacían referencia a nada banal, más todo lo contrario. Especular vendría a identificar la acción de observar y estudiar con detenimiento y actuar como consecuencia de lo observado. Entraña pues una connotación ‘activa’ y de acción, en contraposición con lo pasivo y estático. Es lógico entonces, que en la época actual, marcada por un materialismo profundamente pasivo y estático (igualitario) ese término sea el más odiado en el mundo.
Hay que notar que la denominación de la especulación a las ganancias financieras que resultaban de operaciones en mercados, surgió allá por el siglo XVIII.
Especulación y el Capitalismo
No es para nada coincidencia que dicha denominación surgiera en los primeros estadios del “Capitalismo”.
La consecuencia espiritual más importante del Capitalismo fue la progresiva devaluación de los valores tradicionales y de todo carácter aristocrático, y por ende de la propiedad privada. Esto puede sonar profundamente contradictorio; pero no lo es. La consecuencia materialista inicial del Capitalismo fue la mejora de las condiciones materiales de las masas (justo al contrario de lo que clamaba Marx).
El impresionante incremento de la productividad y de la producción trajo consigo la instauración de los grandes mercados de capitales; pero también trajo consigo el deterioro espiritual del hombre, transformando el carácter modesto, austero y aristocrático hacia uno igualitario, consumista y profundamente altruista. Así como despegaron los grandes mercados de acciones en una burbuja que dura ya trescientos años, despegó otro tipo de mercado cuya burbuja es igualmente gigantesca: la del igualitarismo y sus retoños, entro los cuales está la envidia.
Es por ello que tan pronto como comenzaron su andadura los grandes mercados de capitales asociados al fenómeno capitalista comenzó la retórica peyorativa contra los mismos. Pues las masas, a pesar de que sus salarios eran mayores que nunca, empezaron a padecer esos pequeños ataques de envidia y justicia igualitaria al ver como algunos “malvados” especuladores supuestamente ganaban fortunas en las bolsas.
Lo que no saben las masas es que la mayoría de los especuladores pierden dinero.
Además, también desconocen la utilidad que tienen los mismos para la sustentación del sistema que ellas mismas en el fondo adoran. Pues un sistema en el que no hay especuladores implica un sistema en el que no hay mercados financieros desarrollados desde el punto de vista de una sociedad occidental. Cuando eso ocurra: es decir, la purgación de los especuladores y la de los mercados a los que los mismos están inexorablemente atados, una parte de las masas entenderá lo que es vivir en una sociedad no desarrollada; al menos desde el punto de vista al que estaban acostumbrados. Serán las masas las que, al destruir los mercados, habrán cavado su propia tumba; no la opinión mayoritaria según la cual los malvados mercados y especuladores son los culpables de el supuesto retroceso del estado del bienestar. Cuando en realidad, el estado del “bienestar” no hace sino expandirse cada año más. Pero cuando el estado absorba casi el 100% de la sociedad entonces se comprenderá aunque sea de manera subconsciente, que en ausencia de propiedad privada no hay estado del bienestar.
Aquí hago una analogía entre la especulación y las apuestas, ya que hay formas de “especulación” que no son otra cosa que apuestas. Es decir, la especulación financiera, entendida como el hacer operaciones a corto plazo, (entrar y salir de un activo en el mismo día por ejemplo) es otra manera de apostar, no muy diferente de las apuestas deportivas, el póker o las cartas, los juegos de dados, ruletas y todo tipo de casinos.
Otro tipo de especulación es aquella que es más meditada y a medio plazo; aquella que envuelve mil variables socioeconómicas que el individuo asimila poco a poco y así intelectualiza una posición que materializa mediante la acción en los mercados financieros.
Ese plano de la especulación “abandona” (esto lo pongo entre comillas porque incluso la inversión a largo plazo en cualquier ámbito de la vida no deja de ser una “apuesta”) el submundo de las apuestas para adentrarse en el mundo del intelecto. Aunque con ello no quiero decir que las apuestas a corto plazo no conlleven cierto tipo de análisis “intelectual”; sino que el mundo de las apuestas es donde más se dan los casos de ludopatías y adicciones en muchos individuos de carácter no demasiado “fuerte”.
Especulación a corto plazo
El mundo del corto plazo está mucho más sujeto a las emociones y las prisas inherentes.
Es un terreno donde lo ínfero se manifiesta con mayor facilidad.
La posibilidad de dominarlo es pues mucho más difícil; y aún así hay algunos apostadores profesionales.
Uno entre diez mil.
¿Quién diría que los orígenes del póker se remontan a hace más de 3500 años con la civilización minoica?
Especulación histórica
Lanzar un doble seis se considera como un símbolo de fortuna. Pues bien, en la Grecia clásica lanzar un doble seis se llamaba “el lanzamiento de Afrodita”.
Los juegos de dados y otros tipos de juegos basados en “suerte” eran muy populares en Grecia. Homero y otros textos antiguos atestiguan esto. Por supuesto que estos juegos tenían entonces también cierta mala reputación, pero eso no impedía que la gente apostara. Aunque llegados ciertos momentos en los cuales las apuestas habían alcanzado mucha popularidad, las autoridades siempre intentaban reducir esas actividades mediante legislación; aunque estoy seguro que llegado el caso las apuestas continuarían en el mercado negro.
Con respecto a esto es mi teoría que los periodos (época democrática de la Grecia Clásica) donde se producía un aumento de la actividad apostadora eran aquellos donde se alcanzaba el crepúsculo de los ciclos de civilización; con todas las formas de degeneración que ellos entrañaban; entre las cuales la ludopatía y las estafas. Es más los apostadores griegos tenían incluso apoyo por parte de algunos dioses de su Partenón como Hermes y Pan. Incluso Zeus, Hades y Poseidón se jugaron el repartimiento del Universo en una tirada de dados.
Especulación en Roma
La “especulación” también fue popular en la antigua Roma. Las apuestas eran practicadas entre esclavos y señores e incluso por algunos emperadores.
Ni que decir que las apuestas eran comunes en todo tipo de espectáculos que tenían lugar en la Roma antigua como: peleas de gladiadores, de gladiadores contra bestias, entre animales, carreras de carros o caballos, etcétera. La única diferencia es que ahora esas apuestas vienen en la forma de apuestas deportivas o póker. También son conocidos episodios de apuestas en las antiguas civilizaciones China, Egipcia e incluso en el Islam. En todos los casos llegó un momento en que esas actividades eran prohibidas, pero como en todo caso la actividad no desparecía sino que se trasladaba a los mercados no oficiales.
Apuestas en China
En el caso de China las apuestas eran tan populares que allá por el 1000 A.C.
Se dice que había una casa de apuestas en cada calle de las ciudades del imperio. Se apostaba en carreras y peleas de animales. Las peleas de gallos y las carreras de perros y caballos atraían grandes cantidades de apostadores y se llegaba a apostar de manera muy fuerte. No me cabe duda de por esa época ya existían los apostadores profesionales.
Especulación en India
También se han encontrado referencias a las apuestas en el texto épico hindú Mahábharata; donde nada menos la historia principal empieza con un duelo de dados en el cuál se dirimía una lucha familiar por el trono.
Se han encontrado dados de seis caras en restos arqueológicos de Mesopotamia que están datados en el 3000 A.C. Incluso hay objetos parecidos que datan del año 6000 A.C. ; supuestamente desde el mismo comienzo de las civilizaciones mesopotámicas.
Incluso objetos parecidos a los dados han sido encontrados con una datación superior a los 40.000 años.
Los jugadores y apostadores llevan mucho tiempo con nosotros; incluso en civilizaciones más tradicionales.
La praxeología y la especulación
La praxeología se puede considerar como la ciencia que estudia la acción humana. La misma es la metodología por excelencia de la Escuela Austriaca. Ludwig Von Mises fue su máximo proponente y desarrollador.
El axioma fundamental de este enfoque es que los seres humanos actúan, es decir, actúan para la consecución de unos objetivos que consideran mejores que los de su estado inicial.
El término “mejor” no tiene porque entenderse como una pura ganancia económica; todo depende del contexto y del actor. El actor busca un estado que le supondrá algún “beneficio”. Para ello obviamente utiliza unos recursos; pero no por ello tendrá que llegar a esos objetivos. La tentativa se puede quedar por el camino. La temporalidad es un factor clave en la interpretación praxeológica de la realidad.
Toda acción conlleva un tiempo, que puede ser desde una milésima de segundo a eones de tiempo.
Si un hombre pudiera conseguir todo lo que desea al instante no habría razón para que actuara. No habría motivación para actuar. La “estasis” del cuerpo social sería evidente.
Sin acción no hay moción y sin moción no hay nada.
La acción implica además incertidumbre; el hombre no tiene el conocimiento de lo que va a ocurrir en el futuro, pero aún así se embarca en diferentes actuaciones.
Especulación y la psicología
No voy a entrar aquí con una descripción más profunda de la praxeología. Lo que si me interesa es la relación de la praxeología con la especulación. El hombre especula porque actúa. No solo especula cuando compra una acción, sino que también lo hace cuando intenta ligar, o se embarca en una pelea, una guerra o una dieta. En todas esas situaciones intenta cambiar un estado por otro. No hay nada de malo en ello. No es inmoral, como quieren hacer entender los apóstoles del igualitarismo.
No hay nada moral o inmoral, pero los actos tienen consecuencias: siguen un patrón de causa efecto eterno, que es más antiguo que los rayos del sol.
Un hombre puede comprar acciones buscando hacerse rico rápidamente si opera a corto plazo (especulador o apostador) o invirtiendo a largo plazo (especulador o inversor).
Especulación financiera
¿Cuál es la diferencia entre especulador e inversor?
¿Quién delimita la línea cuantitativa que los separa?
¿O son ambos malos por naturaleza, e invertir es por tanto una actividad criminal?
¿Por qué el especulador es malo y el inversor no?
Ambos hombres actúan. Aunque su actuación es radicalmente diferente en cuanto a la determinación de los precios de los bienes de capital y en última instancia también de consumo. Es el inversor y la sociedad en conjunto los que en última instancia “provocarán” los grandes deslizamientos de precios en cualquier mercado. Pero el especulador se moverá motivado por una serie de consideraciones que le afectan sobremanera; esto es la actuación de las masas a través de los poderes políticos, y en medida marginal los accidentes naturales.
Desde el punto de vista praxeológico todo el mundo es un especulador. No hay quien se libre de ello. Intentar librarse es un oxímoron. Pues negarse a actuar también implica una “actuación”. A esto no escapa ninguno de los ciudadanos, incluso aquellos que se creen no especuladores.
Especuladores y las burbujas
Todos los ciudadanos toman parte siempre por alguna visión de la realidad.
Durante las burbujas, es la masa, la que mediante la elección de los políticos pertinentes y la asimilación de los sistemas igualitarios, garantiza que se producirán burbujas de todo tipo promovidas por el afán de crédito que surge siempre cuando el pueblo se hace cargo del gobierno. Burbujas en las que la masa será su misma sustancia.
Todo el mundo era alcista en la burbuja inmobiliaria española previa al 2007. Todo el mundo estaba al alza; todo el mundo ganaba dinero y el que no se hipotecaba era un tonto: “pues las casas siempre subirán de precio”. Lo curioso es que la mayoría de esos que estaban “especulando” (actuando en referencia a unas expectativas) no dudarían en llamar especulador malvado a aquel que compra y vende cualquier otro activo financiero a un precio más alto.
Piensan las masas que son unos imaginarios especuladores los que dirigen los precios de las cosas y los activos cuando la realidad es que los que dirigen los precios de los diferentes activos y las cosas son las masas y por tanto todo ciudadano del pueblo es un “especulador”; es decir, todo ciudadano actuante.
¿La especulación causa inflación?
No fueron unos imaginarios especuladores los que llevaron al dólar de Zimbaue a valer 0.
No son unos supuestos malvados especuladores los culpables de que dentro de poco el bolívar venezolano no valga nada; o que haya escasez en los supermercados de un país que es de los máximos productores petroleros del mundo.
Los culpables de ello son los políticos del país; que a su vez han sido elegidos por elecciones por el pueblo. Lo cual convierte al pueblo en el culpable en última instancia de la situación del país.
Venezuela puede eliminar si quiere su mercado de acciones y encerrar a todos esos supuestos malvados especuladores pero eso no evitará que su economía y sociedad se vayan al infierno, pues las causas de esa caída son otras de un carácter no tan profano.
En el año 301 D.C. el emperador romano Diocleciano promulgó su famoso Edicto sobre Precios Máximos.
La inflación rampante asolaba al imperio. La culpa de la misma la tenían, según Diocleciano y las masas, los especuladores. Con ese edicto el Estado romano se desharía de los especuladores y de la inflación. La pena de muerte fue instaurada para quien violara la ley. Después de miles de ejecuciones y de una inflación cada vez peor, además de la escasez de productos en los mercados, la ley tuvo que ser repelida. Pero el daño ya estaba hecho. El tamaño de la burocracia romana era ya demasiado grande. Roma no tardó mucho en colapsar y pasar a la historia.
El hombre, un apostador social
En el mundo siempre han existido, existen y existirán apostadores. Buscadores de la suerte que buscan hacerse ricos mediante las transacciones a corto plazo. Este tipo de apostador es el tipo común. Es aquel que juega a las loterías, a las cartas, al póker, a los casinos, a las apuestas deportivas, a las luchas de gladiadores, a las carreras de caballos o carros, a las peleas de animales, y sí, también el que apuesta a las fluctuaciones diarias en los mercados financieros. La aparición de este tipo de apuestas es masiva siempre en las etapas crepusculares de una civilización o sociedad.
En sus etapas iniciales; cuando la austeridad (la de verdad; la de pasar casi hambre) es preponderante, no hay mucho espacio para andar apostando o jugando de manera alegre, o al menos no de manera masiva. El problema deviene en las etapas finales de las civilizaciones, cuando el bienestar material es mayor y las masas buscan alternativas para pasar su tiempo de ocio. Es ahí cuando empiezan a verse graves problemas de tipo personal en muchas gentes que acaban enganchadas a ese tipo de juegos: la ludopatía. Otra gran mayoría no acaban así.
Unos son tan sensatos que ni siquiera apuestan, o que tras hacerlo una temporada se dan cuenta de que es un juego no hecho para ellos, y luego están los apostadores profesionales; que existirán en algún tipo de juegos más propicios para su aparición, sobre todo aquellos que requieran de alguna habilidad. Pero todo esto no quiere decir que las apuestas sean malas. Lo que es “malo” es en realidad el problema patológico que tienen algunas personas con el uso de esta actividad racional humana. Lo que es malo es lo que algunos hacen con la promoción llena de mentiras que rodea a esa actividad.
Todas esas apuestas son neutras en la actividad humana. Por cada apostador siempre hay otro que toma el lado contrario. De otra manera no habría apuestas. Lo que uno gana lo pierde el otro; o en muchos casos la casa de las apuestas. Los grandes ganadores de este tipo de actividades son en realidad las casas de apuestas, o brókeres. La mayoría de los ciudadanos pierden a largo plazo.
El problema del spread y las comisiones se hace insoportable para la esperanza matemática.
La posibilidad de ganar a largo plazo en los juegos de suerte, como las loterías, las tiradas de dados, juegos de cartas basados en puro azar, es nula. Más al contrario, la probabilidad de perder más dinero del que se gana es del 99,99%.
En las loterías solo acabará ganando más de lo que han puesto a la larga cuatro ganadores de premios gordos; el resto son perdedores natos. Aún así la gente se abandona a este tipo de juegos alegremente. Aceptan el sino del igualitarismo: el nihilismo y la disolución final. Se niegan a pensar por sí mismos.
Hay apostadores profesionales
Por el contrario están los apostadores profesionales, los cuales son una minoría muy pequeña. Estos se dedican a juegos de apuestas que requieren algún tipo de habilidad ya sea matemática, psicológica o talento específico. Este tipo de apostadores estudian de manera profunda juegos como: póker, carreras de caballos, apuestas deportivas.
Si las condiciones de apostar son libres y el gobierno no ha destruido mediante impuestos y regulaciones esas actividades (como por ejemplo las apuestas deportivas en España actualmente, donde ser apostador profesional se me antoja ya imposible), entonces puede darse el hecho de que surjan apostadores profesionales de esas actividades.
Aquellos que ganan más de lo que pierden, pero no por suerte sino porque son mejores.
Apostadores financieros
En los mercados financieros ocurre algo similar. La mayoría de las operaciones que tienen lugar de manera diaria, aquello que las masas odian profundamente, tiene un efecto neutro en la sociedad humana. Esas operaciones tienen lugar en buena parte en mercados sintéticos financieros, donde la contraparte son los brókeres financieros. Es decir, los operadores apuestan y sus apuestas se anulan entre ellos mismos, y en el resto se anulan con el bróker tomando la posición contraria. Son simples mercados de apuestas. Nada más. Sirven para que unos pocos apostadores profesionales se ganen la vida y una gran mayoría de operadores pierdan su dinero, que se lo dan en una pequeña parte a los operadores profesionales y en una mayor parte a los brókeres.
Estos perdedores no pierden sin llevarse nada a cambio. Compran un servicio: el de creer que pueden ganarse la vida o hacerse ricos haciendo esta actividad. Una esperanza que dura al menos un tiempo.
Especulación en acciones y bolsa
En los casos de mercados no sintéticos, como las acciones, los futuros o los bonos, también hay operaciones diarias de compra venta. Estas al contrario que las anteriores se llevan a cabo en un mercado centralizado, donde el bróker no toma las posiciones contrarias al operador.
Son los operadores los que operan unos contra otros. Cada vez que hay una compra hay una venta. Por lo cual cuando el precio de algo sube sustancialmente no es porque unos especuladores lo llevan hasta el nivel X para forrarse. Esto es propio de mentalidad infantil y basada en prejuicios moralista donde la envidia juega una parte preponderante. Los precios fluctuan por otras razones más profundas.
La inmensa mayoría de estos operadores pierden (tanto para los mercados sintéticos como los no sintéticos). Es decir, al contrario de lo que piensan las masas, el 99% de ellos pierde y la mayoría tiene que abandonar este tipo de apuestas tras un breve periodo de tiempo. Su labor es por otro lado de la mayor importancia. La de proveer liquidez al mercado.
En ausencia de este tipo de operadores los mercados no tendrían liquidez diaria.
Estos especuladores pagan con sus terribles pérdidas el que las acciones y los bonos mundiales se puedan comprar y vender de manera eficiente sin pagar un spread (diferencia entre la oferta y la compra) demasiado grande, proporcionando así a los propietarios de capital (que no son especuladores) la facilidad de salir o entrar en determinados activos de manera más eficiente.
Acabar con la especulación
El sueño de las masas por acabar con los “especuladores malvados” supondrá en efecto la destrucción de los mercados financieros que son parte del sustento de la buena vida que llevan esas masas. Pero todo a su debido momento.
El servicio que prestan los «especuladores» a la sociedad es incalculable, y además la mayoría lo hacen perdiendo dinero. A cambio de ello la sociedad los odia de manera profunda. El caso que interesa aquí es el de los verdaderos especuladores: aquellos que actúan basándose en su conocimiento intelectual e instintivo de la sociedad.
Aquellos que operan a medio y largo plazo conociendo a donde se va a dirigir la economía de un país según las políticas que se lleven a cabo, y también conociendo cómo funciona la psicología de las masas. Estos se basan, no en pronósticos ajenos; o en supuestos sistemas mágicos de operación; sino en su habilidad como sociólogos, historiadores, economistas y psicólogos al mismo tiempo. No hay nada de “malo” en lo que hacen. Lo único que hacen es “actuar”. Actúan de manera natural. Saben que “el estado español va a quebrar tarde o temprano” y toman medidas en consecuencia.
¿Qué hay de malo en ello?
¿Acaso el pensar por sí mismo es malo?
¿Si un gobierno le va a “robar” mediante inflación, debe un ciudadano permanecer impasible mientras pueda hacer algo?
¿Quién es el “malo” pues, el ciudadano (supuesto especulador) o el gobierno?
¿Es malo un ciudadano de Venezuela que sacó sus bolívares hace 10 años y los convirtió en dólares pues presentía que sus bolívares valdrían una milésima parte en unos años? Ó ¿Es bueno el gobierno de Venezuela por hacer que un bolívar de hace diez años no sirva ni para limpiarse el trasero?
¿Quién tiene la culpa de la ruina financiera de los países, los especuladores o los gobiernos?
Después está el tipo de especulador que contribuye a destruir el organismo social.
Especuladores políticos
Este tipo de especulador es por supuesto el especulador político, y su éxito como especulador radica en el simple y llano robo y extorsión. Es aquel político local que pide una “comisión” por facilitar este o aquel proceso, o que simplemente acepta el soborno. Es aquel político regional que se deja cortejar por otorgar algún contrato a cambio de alguna ventaja económica sustancial. Es aquel político nacional que se vende al mejor postor y consigue luego de su abandono del puesto público un puesto privado en una multinacional por hacer nada, o simplemente por ejercer de intermediario con el nuevo político de turno (sobre todo si es de su mismo partido).
El porcentaje de políticos que hayan hecho algún acto de corrupción; desde la concesión de un contrato administrativo; o la facilitación de un puesto de trabajo público a un familiar, pasando por la concesión de cualquier permiso de actividad; se me antoja que está próximo al 100%. En ese sentido se puede concluir que la sociedad actual está corrompida hasta las entrañas. Así mismo están aquellos actores de los sectores empresariales multinacionales, regionales o locales que adulan profusamente a los políticos nacionales, regionales o locales respectivamente. La mayoría de esas empresas se pueden considerar hoy apéndices del Estado. El nivel de ciudadanos libres o empresas familiares que no entran en este círculo vicioso de la corrupción estatal es cada vez menor.
Pd. Continuaré hablando de este tema próximamente. Aprovecharé para hablar de la teoría de la especulación de Antal Fekete.
Una de las más dañinas y terribles manipulaciones que tiene el sistema, sobre todo para los más desfavorecidos y los que menos tienen, es la referente a la valoración de los bienes inmuebles, patrimonios, valores y bienes tangibles, es decir, la especulación que funciona por la teoría del más tontaina, porque hay que encontrar a alguien más lelo que tú que esté dispuesto a pagar en el futuro más por aquello que tú has comprado. No es cuánto vale las cosas, si no cuánto es lo que está la gente dispuesta a pagar… Realmente todo es muy subjetivo. Si alguien lo compra, es su problema si le engañan.
Rememoro ahora una historia que me contó mi padre Eugenio que en paz descanse sobre la venta de un caballo en su pueblo cuando era un muchacho, pues resulta que un amigo suyo se encontró con un vendedor que le dijo que el caballo que tenía con él era el más rápido para las carreras, y el mejor para semental de una yeguada que había encontrado, y le convenció para que se lo comprara, y se lo llevó… Al cabo de unas semanas, se le volvió a encontrar al vendedor, y entonces le dijo que ese caballo no valía para nada, ni siquiera para cubrir sus hembras, y que era un saco de pulgas que no hacía más que comer y cagar y no daba ningún rendimiento ni siquiera para animal de carga. ¿Sabes lo que le contestó el vendedor? Oye cállate no grites tanto que te van a oír, y no hables mal del caballo que así no vas a encontrar a nadie que te lo quiera comprar, el problema es tuyo, yo ya me deshice de él. Moraleja… se trata de engañar y pasar el engaño a otro para resarcirte de haber sido estafado con anterioridad por otros.
Es como una cadena que el más tontorrón es el último que no puede repercutir sus ganancias a nadie, y se queda con algo que se ha devaluado tanto que no tiene valor, debido a que no hay quien esté dispuesto a pagar por ello lo que pide. Lo que pasa, es que la sociedad te obliga a ser un tontito para poder vivir, algo que se ocasiona cuando la gente tiene una necesidad que suplir en el momento y no puede estar años esperando para ahorrar, o para que vengan años mejores y más baratos, y entonces los especuladores se aprovechan de ello para cobrar lo máximo que puedan, y no te queda otro remedio más que pagarlo, si quieres cubrir tus necesidades en el acto que las tienes, porque son imposibles de postergar durante más tiempo.
Este sistema funciona así de estafador, cuanto más aumentan vertiginosamente los precios de los activos, valores o bienes, significa que hay mayor cantidad de mentecatos que compran descontroladamente, pero cuando todo se desinfla, es porque los más botarates están ya en mayoría, y ya no hay más tontaínas a quienes engañar porque se creen todos muy listos. Como en teoría hay libertad de precios, poniendo cada uno el valor que quiere y comprando cada uno lo que quiere, nos hacen ver que es el mercado quien regula el valor de los productos, pero no es así, es una estafa porque está manipulado…
ARTURO KORTAZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA©