La soja y la feminización del hombre
La última vez que estuve en el pueblo de mi familia tuve el placer de ver a uno de mis viejos amigos de la infancia, con el que jugaba todos los veranos cuando iba a pasar las vacaciones en casa de mi familia en una zona rural de un barrio medio perdido en las montañas.
Hacía varios años que sabía que mi amigo tenía muchos problemas de salud. En particular la anterior vez que lo vi me había dicho que estaba tomando ansiolíticos y antidepresivos. La verdad es que su estado era bastante lamentable.
Su caso familiar era un drama, pero esa es otra historia.
El hecho es que esta última vez que vi a mi amigo seguía parecido: con obesidad extrema, ginecomastia evidente, y mal aspecto en general. Aún seguía tomando los medicamentos, aunque para su fortuna decía que al menos tenía ánimos para salir a dar una vuelta.
En años anteriores se mantuvo encerrado en su casa. No sé cómo no se volvió loco.
Creo que los problemas familiares no le ayudaron en su situación pero en mi opinión estoy seguro que el verdadero problema venía por otro lado.
Mi amigo fue vegetariano por muchos años y me decía que tomaba soja hasta en la sopa.
Lo curioso del caso es que fue en medio de ese estilo de vida supuestamente saludable que colapsó mentalmente y subió de peso de manera desaforada, además de desarrollar diabetes y vete a saber qué más.
Esta última vez que lo vi me dijo que había dejado la dieta vegetariana porque creía que no le hacía bien (menos mal) pero que seguía tomando leche de soja; y que aún seguía con los medicamentos.
Lo primero que le dije, además de darle ánimos para que no se quedara en su casa, fue que dejara la leche de soja. El chaval, incrédulo me preguntó por qué.
Le dije que la soja industrial tenía muy probablemente efectos estrogénicos. Es decir, que tomando esa porquería se estaba “afeminando”.
No quise preguntarle cómo estaba su libido pero me hice una idea.
A pesar de todo esto, mi amigo mantenía algo de cordura; todavía podía intercambiar debates filosóficos con él.
Aunque ya no lo encontré tan lúcido como cuando teníamos veinte años. La última vez que supe de él me envió un mensaje de texto para saludarme con una broma. Yo le respondí con otra y le recordé: deja la leche de soja.
Una historia parecida la podemos encontrar en un blog de alguien que tomaba soja como su alimento principal en su dieta vegetariana.
Al cabo de un tiempo de estar siguiendo esa dieta esta persona se encontró con mucho malestar. Se hizo un análisis de sangre y tiroides y le diagnosticaron hipotiroidismo. Había destruido su tiroides.
Apuesto a que se encontraba frío como un cubo de hielo y su libido era parecida a la de un castrado.
En este caso le mandaron un medicamente, Eutirox, pero no sirvió más que para agravar el problema.
No fue hasta abandonar la soja de su dieta que encontró una mejoría latente en su estado de salud.
También recuero leer hace algunos años el caso de un americano que creyó a pies juntillas toda la historia de la soja como alimento milagroso y se embarcó en una dieta casi 100% de soja. Al cabo de poco tiempo el hombre había perdido toda su virilidad y alegaba tener todo tipo de problemas de salud.
Vamos, que no se le levantaba ni con Natalie Portman en pelotas delante de sus narices.
Uno tampoco tiene que investigar mucho para encontrar casos descritos en foros de vegetarianos sobre la disminución de la libido en los hombres producida por este veneno.
Y ya sé que estas historias no prueban nada, pero tampoco prueban nada las campañas de marketing de las multinacionales y de los sistemas sanitarios estatales promoviendo la soja y demás alimentos vegetales tan de moda en la actualidad. Y menos en un momento en el cual las visitas a la seguridad social se han multiplicado por 20 con respecto a hace 50 años.
Aquí algo no cuadra.
Soja y los estrógenos
La soja tiene dos componentes naturales: la genisteína y la daidzeína que tienen propiedades estrogénicas, lo cual es especialmente dañiño para los hombres produciendo trastornos como la ginecomastia, disminución del vello corporal y de la libido, cambios de humor, disfunción eréctil.
Así que si algún hombre cree que puede tener algún problemilla de falta de deseo o disfunción eréctil haría bien en probar a no tomar soja, en caso de que lo haga. Y luego a partir de ahí evaluar.
También vendría de mucha ayuda el disminuir la cantidad de grasas poliinsaturadas y otra adicción más, creciente en la modernidad, como la del porno en internet.
Hace un par de décadas se comenzó a introducir la soja industrial en la alimentación de Occidente, promovida como no por las grandes multinacionales de los EEUU (el cuál es el mayor productor mundial si no me equivoco) y por el departamento nacional de sanidad.
La campaña de marketing fue, y es, abrumadora.
Se puso a la soja como un súper alimento que disminuía el colesterol, y con bastantes proteínas, de ahí su atractivo en las dietas vegetarianas (cuántos sistemas inmunológicos habrá destruido en el proceso; mejor no pensarlo).
Soja en la antiguedad
Ni que decir que en la época previa al Siglo XX, la soja plantada era casi inexistente.
Nadie tomaba soja en Europa. Sólo los orientales tomaban soja en cantidades moderadas. Pero la diferencia es que estos lo hacían en forma de soja fermentada, con lo cual se eliminan la mayoría de los anti nutrientes de este producto (sí, a veces fermentar o refinar algunos productos viene bien para nuestro sistema digestivo; no todo lo natural es bueno per se).
Una de las razones que usan las multinacionales para fomentar el uso de la soja industrial es que los asiáticos tienen un menor riesgo de cáncer de mama, uterino y de próstata.
El problema es que no dicen que los asiático tienen mayor riesgo de tener otros cánceres como: el de esófago, hígado o tiroides; entre otros.
Pero la diferencia principal radica entre consumir soja fermentada y no fermentada.
La soja sin fermentar tiene mucho contenido de ácido fítico; el cual bloquea la absorción de minerales como el calcio, el magnesio, el cobre, hierro y zinc.
Ahí es nada.
Como si no tuviéramos problemas con la escasa cantidad de zinc disponible en los alimentos actuales como para que encima nos jodan su absorción.
Esto es especialmente problemático en los hombres por el tema de la testosterona y la libido.
Sin embargo la soja fermentada no es tan perjudicial para la salud. Productos como el Tempeh o el Natto son bastante buenos siempre que se fermenten de manera natural. Así mismo la salsa de soja, la cual se hace fermentando la soja, con sal y encimas.
Sin embargo hay que tener cuidado con según qué salsas se consumen, pues la mayoría de las que se venden en supermercados estarán “corrompidas” artificialmente. El tofu es un producto de soja sin fermentar y por tanto no recomendable desde este punto de vista.
Soja y vitamina k2
La cuestión es que la soja fermentada es una fuente muy buena de vitamina K2, la cual no es fácil de encontrar hoy en día en muchos alimentos, y funciona muy bien en sinergia con la vitamina D.
La vitamina K ayuda a prevenir enfermedades cardiacas y el cáncer por ejemplo.
La soja tiene isoflavonas, que son imitadores hormonales que alteran el sistema hormonal del cuerpo y afectan a la tiroides suprimiendo su funcionamiento.
Lo curioso es que los medios de masas y las compañías alimentarias que venden productos derivados de soja promueven el uso de soja por su contenido en isoflavinas.
El problema de la proteína de soja
Como dije antes la soja presenta un supuesto beneficio: la presencia de una cantidad de proteína considerable. Lo cual es tomado como una salvación por muchos vegetarianos que tienen bastantes dificultades para obtener proteína con las dietas que siguen.
Con un poco de proteína de soja, problema solucionado, piensan algunos. Muchos no tardarán demasiado en darse cuenta de que algo no funciona. Otros seguirán ensimismados en sus nubes a pesar de parecer ancianas de 90 años. Pensando que un estado de “hibernación” es la cosa más saludable que puede experimentar el ser humano.
No sé, igual de esa manera encuentran el camino espiritual que otros no pueden. Les deseo suerte de todos modos.
¿Proteía soja buena para músculos?
La proteína de soja puede ser encontrada en barras, polvo, análogos de carne, cereales y todo tipo de productos dietéticos. Hay una industria masiva detrás de esto.
El problema es que la soja se añade ya a casi todos los productos elaborados en los supermercados y además también en todo tipo de productos para fisioculturistas, como los famosos botes de proteínas.
Casi que no hay manera de librarse de la soja hoy día. Yo la encuentro hasta en el chocolate que tanto me gusta del mercadona*.
Es decir, casi todos los productos elaborados en los supermercados van a contener o bien algún derivado de la soja, o derivados de otros productos ricos en grasas poliinsaturadas como el girasol.
Lo mejor es, pues, intentar no comer demasiados productos de paquete. Aunque esto es cada vez más difícil. Y más que lo será cuando acontezca el colapso del sistema financiero español y mundial, en cuyo caso con los controles de precios que seguirán y la escasez en los supermercados será casi imposible encontrar productos sin elaborar; los cuales serán carísimos y sólo se podrán conseguir en mercados negros (como la carne).
Los estados aprovecharán para profundizar en su agenda y meternos toda la basura de productos elaborados con soja y grasas poliinsaturadas (mucho más baratos) en colaboración con las multinacionales.
La soja genéticamente modificada
Otro problema que viene a añadirse al ya de por sí dramático problema de la soja industrial es el hecho de que la mayoría de soja que se produce para consumo en occidente es genéticamente modificada.
Esto es así porque la soja modificada está hecha así para poder ser más resistente a los herbicidas que se usan.
La cuestión es que al ser más resistente a los pesticidas, estos se usan de manera más agresiva, y claro, el problema de usar tantos herbicidas es que probablemente se asimilen algunas de las sustancias de los mismos en esa soja.
En particular el glifosato, que según el patólogo británico Stanley Ewen, es un destructor endocrino.
Además no está nada claro el efecto que pueden tener a largo plazo los productos genéticamente modificados. Hay serias dudas de que estos puedan no ser inocuos.
Soja fertilidad
Un experimento llevado a cabo en Rusia en 2010 llevado a cabo por el Instituo Ruso de Ecología y Evolución descubrió que después de alimentar con soja transgénica durante dos años a tres generaciones de hámsters, la última generación perdió la capacidad de tener crías.
Creo que con otra alimentación estos animalitos no hacen sino tener crías como posesos. Algo tiene esa soja que no les va bien aparentemente.
Si yo fuera mujer y quisiera quedarme embarazada no tomaría nada de soja para empezar.
La soja, los estrógenos y la destrucción de la tiroides
La nueva estrategia de marketing de la industria estrogénica es la promoción de los estrógenos naturales como supuestamente inocuos con respecto a los artificiales.
Con la etiqueta de natural venden al público fácilmente lo que de otra manera es más difícil. Y aquí es donde entra la soja, pues la misma se considera que tiene estrógenos que cumplen con los requisitos de ser naturales y por lo tanto beneficiosos.
A pesar de todo el poder de las multinacionales en la promoción de los estrógenos y la soja, no han parado de haber miles de estudios que citan la problemática del consumo de productos ricos en estrógenos.
En esa constante guerra la solución de las multinacionales fue la ya mencionada estrategia de denominar a sus productos “estrógenos naturales” en contraposición a los “estrógenos sintéticos”.
La palabra natural ha venido a ser asociada a todo lo que es bueno; de esta manera los gigantes de la industria alimentaria han copado toda la producción y promoción de productos basados en hierbas.
El hecho más triste es que en la actualidad todo lo relacionado con animales es considerado malo, y lo vegetal es considerado bueno, por lo que no es de extrañar que el vegetarianismo y las dietas ricas en vegetales como la soja, ricos en estrógenos o grasas poliinsaturadas, sean consideradas sagradas en la cultura de los herbolarios.
La gente que está bajo los efectos del estrés, o quienes tienen deficiencias en la tiroides o en el consumo de proteínas (vegetarianos) suelen tener niveles elevados de estrógenos. Y la mejor manera de solucionar esto no es consumir más soja ni productos favorecedores de la acumulación de estrógenos, como las grasas poliinsaturadas y los famosos ácidos grasos “esenciales”.
Aquí se produce un efecto de sinergia negativa que acentúa el problema.
Isoflavonas estrógenos
El efecto estrogénico de las isoflavonas (y ya abemos que la soja es rica en estas) y los aceites vegetales ha sido estudiado profundamente.
Esta parece una de las mejores vías para destruir la tiroides y el sistema bioenergético del cuerpo.
Las isoflavonas son perjudiciales para el funcionamiento de muchos órganos pero lo peor de todo es que su efecto nocivo es retardado, dándose el caso de que están presentes de manera prenatal.
Así, contribuyen de manera significativa en todo tipo de problemas reproductivos; como: la feminización del comportamiento varonil y de su aparato reproductor y la maduración temprana en la descendencia femenina con problemas asociados de cada vez mayor incidencia de cáncer.
Soja perjudicial para la salud
La soja introducida por las multinacionales de la alimentación es uno de los mayores venenos que nos podemos encontrar hoy en día.
Los sistemas sanitarios de occidente aceptan sin rechistar lo que los anteriores claman como súper alimento (así en el fondo se aseguran que el crecimiento de enfermos en el futuro sea exponencial y por lo tanto nunca falte el “trabajo”).
El hecho de que la soja sea un producto vegetal y supuestamente natural facilita que las masas, cada día más aborregadas, acepten sin rechistar que las carnes son malas y que lo bueno es lo vegetal.
Así podemos ver como las secciones de leche de soja van aumentando paulatinamente en los supermercados; además de encontrar productos elaborados con soja hasta en la sopa.
Soja perjudicial salud
Prácticamente todo el mundo la da por buena: las multinacionales que las fabrican; los estados (que así tienen a su población más “vegetal”, no vaya a ser que la gente “despierte”); las cadenas alimentarias; la cultura de los herbolarios; la cultura (de la supuesta dieta más sana posible) vegetariana.
Atrás quedan las épocas que las familias rurales europeas disponían de una vaca y consumían el resto de comida en base a grasas saturadas (animales), carbohidratos y proteína animal.
Los medios de masas también apoyan el consumo de estos productos pues creen a pies juntillas lo que les dictan aquellos que les pagan la publicidad, y si son del estado peor aún, pues estos y las multinacionales son diferentes apéndices de la misma cosa.
Soja rol del Estado
No me extrañaría para nada ver como algún día estados totalitarios a la cubana empiecen a distribuir de manera masiva alimentos “sanos” como la soja, en sus cartas de racionamiento.
Un par de kilos de soja, 6 huevos al mes (de pollos alimentados con soja) ,una buena ración de maíz transgénico y aceite de girasol (lleno de grasas poliinsaturadas) para freír.
Yo hubo una época que estuve tomando algo de leche de soja. No pude evitar caer en la fácil trampa del lavado de cerebro de marketing que usan todos los agentes del sistema para promocionar este producto.
La veía tan bien presentada en sus cartones de leche que pensaba que ese era el alimento clave. Gracias a dios, no tomé demasiada y fue por un breve tiempo.
Poco tiempo después al rondar sitios en la web donde la disidencia del sistema está presente me enteré de los posibles efectos perniciosos de la misma. La dejé de inmediato. Y creo que no la volveré a tomar nunca; salvo que me obligue el Estado por la fuerza.
Algunas referencias e información adicional
http://raypeat.com/articles/articles/natural-estrogens.shtml
http://espanol.mercola.com/boletin-de-salud/sucio-secreto-oculto-en-la-mayoria-de-sus-alimentos.aspx