El imperialismo, el Estado y la economía
Como explica muy bien Hans Hoppe en muchos de sus escritos, el “éxito” del imperialismo británico, y más tarde americano se debe a una cuestión fundamental: la economía. Y un país tendrá una economía más próspera y poderosa cuanto mayor sea el grado de protección de la propiedad privada en su sociedad.
De esa manera, la sociedad americana ha sido la más imperialista de los últimos 100 años, con un ansia clara de dominio económico, social y político mundial. Para ello el Estado democrático americano hubo de disponer de la posibilidad de tener el más grande presupuesto de guerra del mundo.
¿Y cómo se consigue esto?
Pues maximizando el ingreso fiscal
¿Y cómo se maximiza el ingreso fiscal?
Pues no mediante el comunismo como intentaron China y la URSS, la cual dedicaba cerca del 15% del PIB en 1990 en defensa.
Para alcanzar el mayor ingreso fiscal para poder dedicar un gran presupuesto en defensa sin mermar en exceso el nivel de vida de las masas, la democracia capitalista probó ser un sistema más eficiente que el soviético, y no digamos que el comunista chino.
Imperialismos soviético y chino
La Rusia soviética intentó expandir su influencia en el mundo pero se vio dramáticamente derrotada en el plano económico y social.
Su aventura en Afganistán fue un completo desastre y una losa inaguantable para su maltrecha economía.
En realidad, solo era cuestión de tiempo que el imperio soviético cayese por su propio peso y abrazase el ideal democrático liberal de Occidente.
El caso de China era más grave.
El exceso de población y el comunismo férreo de carácter agrario no procuraban un PIB demasiado grande.
China bastante tenía con alimentar, malamente, a su ingente población, y no tenía para muchas aventuras militares de carácter imperialista. No digamos ya de carácter económico.
No puedes conquistar mercados y “voluntades” en el mundo con un maletín de yuanes de la China comunista.
En 1978, el año en que se iniciaron las reformas para la apertura de la propiedad privada en China, su PIB era quince veces inferior al estadounidense.
Con una economía quince veces menor, difícil es intentar contrarrestar al poderío y la influencia americana en el mundo.
Treinta y seis años después la economía china es aproximadamente un 60% de la americana y con toda probabilidad la va a sobrepasar en los próximos años. Es decir, en poco más de treinta años, una economía pasa de ser 15 veces más pequeña a ser tan grande como la otra.
Este es uno de los ejemplos más formidables y más claros en la historia económica mundial de la superioridad indiscutible de la gestión privada de los medios con respecto a la gestión pública.
Imperialismo económico
El hecho de que los Estados Unidos ahora, y Gran Bretaña antes hayan sido las potencias imperialistas hegemónicas y que las mismas hayan tenido economías (supuestamente) de mercado, no significa que el “imperialismo” sea exclusivamente llevado a cabo por sociedades capitalistas (que ninguna sociedad actual lo es en realidad); más bien lo contrario es la verdad.
Todas las sociedades de la era moderna son imperialistas, sin excepción.
No es que los EEUU, Gran Bretaña y Francia fueran imperialistas por ser sociedades capitalistas, y que la Unión Soviética o la China comunista no lo fueran (que también lo fueron) por ser comunistas, o la España de Franco por ser conservadora.
No; la realidad es que la URSS y China no fueron más imperialistas porque no podían, y sin embargo, fueron las sociedades con las economías más poderosas, resultado de tener sectores privados y empresas fuertes a las que cobrar impuestos, las que han podido llevar a cabo una política más expansionista, tanto desde el punto de vista económico, militar y social.
Ya quisiera Corea del Norte tener un PIB de 15 billones de dólares, pero se tiene que conformar con mucho menos.
Como explica Hans Hoppe, el verdadero mal que hay detrás del imperialismo y de la política de agresión constante es el Estado, y con este muchas empresas multinacionales que viendo la política del anterior se lanzan a colaborar con el mismo en aras de un beneficio a corto plazo y medio plazo y siempre menoscabando los derechos de propiedad de sociedades ajenas.
Evidentemente, al tener los Estados Unidos la economía más poderosa es el país que más ha logrado expandirse en todo el mundo, y para ello, lo curioso es que no ha tenido que emplear su poderío militar de la manera que muchos lo proclaman.
La mayor parte de su conquista del mundo ha venido por el lado cultural, y el sistema del cual los EEUU son el máximo sostén: el sistema democrático liberal y su hijo, el marxismo cultural.
La agresión siempre viene de manos del Estado, que tomando como excusas cualquier problema empresarial o que envuelva a sus ciudadanos se arroga el poder de intervenir en cualquier lugar del mundo.
Imperialismo militar
Debido al poder militar, derivado del económico, la mayoría de países tienen que arrodillarse y postrarse ante la máquina democrática americana. De este modo, las sociedades tradicionales de antaño han dado paso a la democratización del mundo, y lo que es curioso, a la inexorable marcha del mundo hacia la construcción del Estado totalitario mundial de corte democrático; la antítesis plena de lo que es una verdadera sociedad de mercado. Y es precisamente ese factor el que acabará dando la puntilla a los Estados Unidos.
El crecimiento de su sistema democrático llega al estadio final: el del colapso de la misma democracia y el establecimiento de sistemas totalitarios o simplemente el caos y la desintegración social, la cual será experimentada de cualquier manera eventualmente.
Los Estados Unidos han podido mantener su posición de potencia imperialista hegemónica basado en el hecho de que son el país representante más grande, poderoso y estable del espíritu político de la época: el del igualitarismo y el de reducirlo todo a la cantidad.
El éxito de los EEUU como potencia económica y social se basa en muchos factores que no voy a nombrar aquí, pero entre los cuales destaca el hecho de que se constituyó en una nación con un potencial humano y territorial enorme y con una estabilidad territorial y fronteriza de la que no podía disfrutar nadie más.
El resto de los grandes imperios europeos y asiáticos estaban basados en uniones menos estables desde un punto de vista democrático.
En las circunstancias anteriores, el imperio ruso, por ejemplo pudo crecer de manera exorbitada e incluso mantenerse unido, incluso en la era soviética, pero una vez los corazones de los soviéticos se abrieron a las ideas democráticas, el antiguo imperio ruso de desintegró como la mantequilla.
Ese es el gran desastre de los grandes imperios de antaño; que estaban compuestos por regiones y etnias diferentes, y por lo tanto eran susceptibles de ruptura tan pronto como la democracia se implantase.
Los Estados Unidos, sin embargo, siempre han gozado de una estabilidad y una identidad nacional inquebrantable.
No ha habido un partido nacionalista de Michigan o California que supusieran una amenaza a la integridad de la Unión.
Es por ello, por la formidable productividad de la sociedad americana, y por haber empezado la aventura democrática con un Estado pequeño, y por tanto una pequeña merma para su crecimiento, lo que produjo que los Estados Unidos se convirtieran en la mayor potencia económica y por ende imperialista mundial, sucediendo a Gran Bretaña, que lo había sido antes.
Antes y durante siempre ha habido potencias imperialistas y como Francia, el Imperio Otomano, el Imperio Español, Rusia, etcétera.
Imperialismo global
A diferencia de imperialismos anteriores, el británico y estadounidense se han convertido en globales. Y esto ha convertido ese imperialismo en un carácter global; pero no nos engañemos, la expansión “imperialista” siempre ha existido, y el mayor impulsor del imperialismo es el Estado.
Si el Estado dispone de grandes recursos, el imperialismo y la expansión serán más eficientes. Lo curioso es que los estados que han dispuesto de mayores recursos han sido normalmente los más “pequeños”, que en realidad han sido los más grandes.
El presupuesto de los EEUU en 1945 era significativamente más grande que el de la URSS, y podía gastar más en su ejército, siendo su Estado mucho menor que el de la URSS, a pesar de tener esta mucha más población por la época.
Así hemos llegado a un punto de la historia en el que China y Rusia abandonaron sus antiguos sistemas comunistas, y curiosamente, sobre todo el primero, años después se encuentran en una situación de fuerza creciente en relación con el imperio americano, el cual mengua año tras año, a pesar de que pueda parecer lo contrario; pues su crecimiento en estas etapas finales es el propio de un imperio que está entrando en su fase de desintegración.
Los chinos y los rusos pasaron de una economía en la que el 80 o 90% de la producción era pública a una en la que la producción pública va del 40 al 60%, y los americanos han pasado de una economía en la que la producción pública era del 5% (siglo XIX) a una en la que esa producción es del 40%.
La tendencia clara de los EEUU en ese sentido es a adoptar una economía planificada; y será entonces, cuando los EEUU quieran ser una economía a la francesa, cuando pierdan la hegemonía económica y por tanto dejen de ser la principal potencia imperialista mundial.
China por el contrario habrá transitado por el lado contrario, y convirtiéndose poco a poco en una economía de corte semicapitalista, podrá tener un PIB superior al americano en no mucho tiempo.
Aunque también lo contrario puede ocurrir: que China vuelva a transitar a un modelo más totalitario.
Si eso no es poco, el principal problema que se encuentran los EEUU y que es fruto de su mismo éxito económico y de la ideología igualitaria que defienden, es el hecho de que dentro de no mucho cabe la posibilidad dejarán de gozar con la estabilidad política interna que han gozado por más de 150 años, y el país se una a la mayoría del mundo en los problemas internos de secesión y ruptura.
El día en que California y Texas tengan un 40 o 50% de población mexicana entonces veremos el nacimiento dramático de movimientos nacionalistas mexicanos.
Lo que sí es seguro, es que el mundo se dirige de manos de la ideología socialista (compartida por las masas de derechas e izquierdas) al Nuevo Orden Mundial, momento tras cual, los imperialismos habrán dejado de importar.