¿Te preguntas por qué los políticos actúan todos a una?
¿Cómo es posible que todos los políticos del mundo, a izquierda y derecha tienen la misma narrativa sobre un evento que sabemos es basado en algo inexistente?
Pocos son los que son capaces de siquiera pensar esto.
La gran mayoría de la masa está totalmente hipnotizada por los hechizos de los medios. Sin embargo, unos pocos son capaces de ver las incongruencias en los eventos de manera bastante rápida, y luego, totalmente estupefactos, se preguntan que como es posible que la totalidad de los políticos o los medios no puedan ver lo que ellos ven.
¿Cómo es posible?
Bueno, la respuesta solo puede ser una; y es que la totalidad de los políticos de cierto nivel y de los que están detrás de los medios de masas actúan de manera coordinada.
¿Pero coordinados por quién?
Podemos decir que están coordinados por la Mente Colmena, o sea, lo que de otra manera podríamos llamar el espíritu del consenso. Ese espíritu del consenso no es otro que la fuerza metafísica del andrógino. Esto es fácil de entender para aquellos que pueden ver más allá del velo, y comprender el ser que aglomera todos los opuestos como lo que es, el fomentador por antonomasia de la igualdad. Esta igualdad se refleja en su totalidad en la política y en los medios, por encima del resto de actividades humanas.
La mayoría de la gente no entiende el trasfondo de lo que ocurre en el plano más metafísico. Desconocen por completo el avance de la uniformidad, a la cual no hace que oponérsele una multiplicidad que cada vez se va haciendo más débil. Vanamente intentan buscar una solución en la masa, sin saber que la masa pertenece, por fuerza, a la fuerza centrífuga.
El mismo proceso de construcción de la masa hace que sea imposible que aquel que defiende la fuerza de la conciencia individual pueda ascender demasiado; ciertamente no en estos momentos finales de la manifestación. Solo aquellos que están imbuidos del espíritu del corral pueden ascender por las encrucijadas de un partido político o de un medio de televisión o de redes sociales.
Para entender esto hay que ser consciente de que los maestros que están detrás del telón controlan el desarrollo de los acontecimientos desde hace mucho tiempo ya. De esta manera es imposible que pueda haber un movimiento genuino que alcance el nivel de masa.
¿Cómo consiguen esos seres de la élite tal cohesión? ¿Cómo es posible?
Pues mediante un trabajo de base que lleva mucho tiempo y que consiste en infiltrar todo el proceso de construcción de cualquier organización dónde el número represente un fundamento importante. La masa construye a la masa, por decirlo así.
¿Qué es la antítesis de esto?
La «no masa», que es lo mismo que decir lo individual.
Por esta cuestión se equivocan aquellos que creen en frases como “el pueblo unido”, pues lo cierto es que hacia el pueblo unido de manera total es donde vamos. El problema de intentar unir el pueblo bajo la causa de la individualidad es que dicha unión siempre va a tener que enfrentarse a las multiplicidades inherentes a la anterior. Dicho de otra manera, la individualidad se fagocita cuando se intenta unir. La masa, por el contrario, se vuelve más sólida a medida que más masa va entrando en el proceso.
Todos los políticos participan de partidos y organizaciones donde la masa ha sido crítica para la construcción de las mismas. Por eso incluso los partidos de la derecha, aquellos que supuestamente defiende el individualismo también caen en esta trampa. ¿Cómo vas a defender el individualismo con la masa? Eso es metafísicamente imposible.
Los partidos políticos de derechas son en efecto igual que los de izquierdas, al menos de cara a dónde van los movimientos de sus cabecillas. Esos movimientos están caracterizados por el aspecto profundamente teatral, como si de una buena obra de William Shakespeare se tratara. Es por ello que no hay diferencia entre el comportamiento de un Santiago Abascal o un Pablo Iglesias, de un Obrador o de un Bolsonaro. Esos dirigentes defienden cosas diferentes, en apariencia, pero en realidad lo que de verdad los une es la sublimación de la actuación. Todos, sin excepción, son actores del tablero mayor, de aquel que lleva al mundo a la construcción del cubo.
La única manera de rechazar el cubo es con la individualidad.
Esa es la verdadera enseñanza de Cristo.