¿Quién es realmente Ayn Rand?
Todos los que de una manera u otra aman la libertad individual conocen el trabajo de Ayn Rand. Nacida como Alisa Zinóvievna Rosenbaum en Rusia en 1905, tuvo que huir con su familia de la debacle comunista de 1917.
La experiencia comunista de su adolescencia la marcó para siempre y convirtió a Rand en una de las mayores defensoras del capitalismo en la historia moderna.
Creadora del objetivismo, su filosofía estaba en contra del socialismo y la religión, siendo seguidora del egoísmo sin límites.
Con esas ideas es lógico que su trabajo calara en las mentes de muchos defensores de la libertad y la propiedad privada como es mi caso.
Sus obras más conocidas son posiblemente La rebelión de Atlas y El Manantial, aunque personalmente el que más me gustó fue un pequeño libro llamado Anthem; en español Himno o Vivir. En especial recuerdo un pasaje del mismo que decía:
“Tal vez en aquellos tristes días, cuando la esperanza se desvanecía sobre la tierra, hubiera unos cuantos hombres, pocos, de claro entendimiento y de alma clara, sabían y comprendían: ¡qué agonía debió de ser la de ellos ante lo que veían que se les venía encima y sin poderlo evitar! Quizás sus almas gritaron en señal de protesta y de alarma. Pero los hombres no los escucharon. Y aquellos pocos libraron una batalla sin esperanza, y perecieron con sus banderas empapadas en su propia sangre. Y prefirieron morir, porque sabían. A ellos envío mi saludo y mi piedad a través de los siglos.”
Todo un canto en defensa de la libertad y del honor que supone defenderla.
Sin embargo, hay algo que Ayn Rand nunca nos dijo. Rand tenía un terrible secreto que compartía y comparte con muchos otros, y que se lo guardó para sí misma.
¿Cuál es ese secreto?
Pues nada menos que el misterio de la androginia.
Con el paso de los años, el entrenamiento de los ojos y la mente nos enseña a dilucidar los enigmas de esta realidad. Ese entrenamiento de la práctica nos enseña que las élites del mundo rinden pleitesía a las fuerzas de la Neutralidad. Esa pleitesía de carácter fervoroso les fuerza a realizar una serie de trabajos esotéricos, el principal de los mismos siendo el trabajo de unión de los géneros.
Ayn Rand al estar destinada a esa élite tenía que cumplir con el papel y por ello sus padres tuvieron que aplicar la pertinente magia con la ciencia de la medicina oculta. Esa magia la podríamos denominar como arte alquímica en búsqueda del Rebis perfecto. Una cantidad considerable de tratamientos hormonales y otras cosas hacen el trabajo y con el paso del tiempo se consiguen unos resultados increíbles.
Sin embargo, hay una serie de cosas difíciles de cambiar; sobre todo en épocas pasadas, donde los trabajos de contorno no estaban tan refinados. Aún así se conseguían resultados estupendos, como el caso de Rand, quien engaña a los más avispados sin problemas.
¿Pero no se supone que este tipo de seres están en contra de la libertad?
En efecto, y así es.
Lo que ocurre es que así como están en contra de la libertad individual, también son plenamente conscientes de que para conseguir derribarla han de realizar el juedo de los dos pilares de manera totalmente controlada. Han de controlar el pilar izquierdo (por ejemplo Marx), y han de controlar el pilar derecho (por ejemplo Rand). Solo así pueden asegurarse que el trabajo esotérico llegue a buen puerto, sobre todo en la fase final de la gran faena.
Un detalle importante a tener en cuenta es que estos seres ambiguos nunca van a defender la libertad desde una posición verdaderamente genuina y siempre van a dejar indeterminaciones por el camino. En el caso de Rand tenemos el rechazo de la religión como punto más claro de esto.
La defensa del materialismo parece muy lógica dentro de las tendencias “libertarians”. Cómo no iba a ser de otra manera.
Un defensor de la lógica tendría que rechazar la religión de entrada, más que nada porque ¿Cómo es posible probar la existencia de Dios o del Bien y el Mal?
Error garrafal, pues la prueba de la existencia del bien y el mal es bastante sencilla, y solo hace falta hacer una pregunta para darse cuenta de que hay una posibilidad de decir la verdad e infinitas posibilidades de decir mentiras. Es este aspecto de la mentira la clave para entender todo esto.
La defensa de la libertad de Rand, como la de muchos otros clérigos de la neutralidad es que se queda en uno de los diferentes pilares de la misma. En este caso, en el lado de la economía, en la cual defiende, de manera correcta que la participación del Estado es perniciosa, o sea que defiende que conseguir la androginia económica es un mal. A pesar de lo cual, y como podemos comprobar en muchos casos similares, Rand dejaba de lado las otras tendencias andróginas del sistema: raza, edad, animales y, cómo no, género. Claro, ¿cómo iba a desenmascarar a su propio culto? Puedes decir algunas verdades, pero no todas. Ahí está uno de los trucos.
¿Qué era entonces Ayn Rand?
Pues una actriz esotérica.
¿Sería también una prostituta sagrada Hijra? O sea, ¿un ser masculino castrado?
La actuación aquí es la clave. Con ella entendemos que ese ser puede bien defender la “libertad”, pero no es una defensa genuina, sino forzada. Es decir, actuada. Esto enlaza entonces con el acto de mentir, que en la actuación alcanza su perfección, por lo sutil de la misma.
¿Quién es John Galt?
Quizá no era lo que pensabas.