Vivimos en un mundo material.
Esa es la realidad que nos ha tocado vivir en esta piel, en esta “carne” (flesh) como diría la Biblia.
Este mundo material tiene unas “normas”, una suerte de “programación” que lo lleva irremediablemente hacia un territorio donde triunfará la materia más grosera, que no es sino otra forma de decir, la igualdad más absoluta o la destrucción de todo aquello que sea diferente o, mejor dicho aún, superior.
El devenir de nuestra “realidad” es, por decirlo así, un descenso de lo superior a lo inferior, de la verdad a la mentira.
¿Por qué es esto así?
¿Por qué triunfa la materia sobre el espíritu?
¿Por qué triunfa la mentira sobre la verdad?
Mentira y Materia
Una de las características de la cristalización material de nuestra realidad es la prevalencia de la mentira en todos los estratos de nuestra vida cotidiana.
Mentira que viene perfectamente camuflada como bien, siendo este uno de los atributos esenciales de las fuerzas de la materia. Y es que, de alguna manera al final lo bueno será tomado por lo malo y lo malo por lo bueno: obra suprema del satanismo.
De manera similar a la que lo Puranas nos decían:
«al final el príncipe será mendigo y el mendigo será príncipe».
El pensamiento prevalente de nuestra actualidad, además de filosofía, y yo diría que incluso “teología”, es la creencia en el Estado igualitario, el socialismo, el comunismo o el materialismo extremo, como lo queramos llamar.
El gran triunfo de las fuerzas de la materia es hacer creer a los ingenuos que dicha filosofía es la de la verdad, pero nada más lejos de la realidad, tratándose de sortilegios de la magia negra más pura.
El progreso material y el fin de la libertad
Conforme avanza la humanidad en el plano material, va creando nuevos artilugios y objetos que llaman a cubrir las “necesidades” de la sociedad, haciendo que nuestras vidas sean más fáciles.
Esto tiene un problema de fondo muy grave.
Lo curioso es que, a mayor progreso material, tenemos un retroceso espiritual, lo que es lo mismo que un retroceso en la verdad.
Antaño, en los siglos y milenios anteriores, no era tan fácil engañar a la gente. Se había de recurrir a conjuros religiosos y ejercicios de poder directo. Pero, para engañar a alguien con cosas pueriles, era casi imposible.
El que quería vender un queso putrefacto lo tendría complicado.
La mentira en la historia
No podías hacerte pasar por gran guerrero por mucho tiempo sin que se descubriera que eras una farsa. En tal caso, tal descubrimiento significaría el fin de la vida casi en el primer combate.
El hombre estaba empujado, por decirlo de alguna manera, a hacer el bien. Tenía que ir con la verdad por delante la mayor parte del tiempo.
No se podía engañar a la gente con tanta impunidad.
La vida era difícil. El hombre no podía permitirse los sueños socialistas de la actualidad: los sueños de la mentira.
Todos esos sueños de mentira son causa fundamental del progreso material. A más materia, a más plástico, a más hierro, más artilugios, el hombre se vuelve confiado, se vuelve acomodado, en definitiva, se vuelve socialista.
Mentira del Capitalismo y Socialismo
Paradójicamente, otra de las grandes mentiras de la falaz realidad actual es que estamos bajo el más atroz capitalismo, otra de las obras del dios socialista y sus siervos.
Ellos saben perfectamente que no es así, pero tal creencia, e insuflarla poco a poco más en las masas forma parte del proceso. Proceso al que ni siquiera hay que aplicar mucha grasa, pues avanza rápidamente por sí solo, fruto de las “leyes de la carne”.
Pero, mientras, esos que “saben”, se divierten.
Toman parte en la vertiente del proceso que saben, les puede llevar al disfrute de las delicias terrenales.
Toman parte por la mentira.
Mentira sin la cual no estarían donde están. Esto me hace recordar en cierto modo lo que dice el gurú del marketing actual, Seth Godin: “all marketers are liars”.
Y es que hoy día es difícil andar por este mundo sin caer bajo las trampas de la mentira. Mentira que se vuelve más evidente a medida que los procesos electrónicos y virtuales van ganando terreno.
Mentira y tecnología
El duro mundo de los crece pelo de hace unos siglos se ha convertido en una bendición para los mismos, sobre todo la parte “desarrollada” del mismo.
Aunque ya tenemos a los países no desarrollados avanzando inexorablemente hacia los terrenos de las fuerzas materiales.
La desgracia de todo esto, es que es algo que no se puede parar.
Es algo que avanza con una fuerza tan enorme, que no se puede hacer nada para evitarlo, al menos desde un punto de vista material, sociológico, humano o terrestre.
El avance hacia el reino del mal, o de la cantidad, como diría Guénon, es imparable.
Así es como está gestionada nuestra realidad material.
Algunos sabemos que el camino al que es dirigida la sociedad es un lugar muy oscuro, tan oscuro como la Nada, ese atributo tan querido por los kabalistas y demás sectas panteístas del mundo, las cuales se acabarán por unificar en la única religión del final de los días: la religión de la materia extrema, que no es otra que la de su señor, el “creador” de este mundo, o sea, el Demiurgo Satanás.
Las fuerzas que se aprovechan de la potencia de la marea que nos lleva al “reino de la cantidad”, siendo bien conocedoras del proceso, usan a la perfección de lo que se llama: «problema, reacción, solución». Cosa que llevan haciendo desde siempre.
Tal es la naturaleza parasitaria de esta realidad. Naturaleza que favorece la mentira a largo plazo. Mentira que va creando esos “problemas”, para luego achacarlos a la fuerza opuesta, la de la Verdad.
Una de las obras maestras de dicha trinidad dialéctica es hacer creer a las masas del mundo que vivimos en el capitalismo más atroz, cuando la realidad es justa la contraria.
Estamos a punto de abandonar los escasos atisbos de capitalismo verdadero que aún quedan en este mundo, para entrar a la “solución” planteada por los sirvientes del Padre de la mentira: el Estado o socialismo radical, como queramos llamarlo.
Otro atributo fundamental de dicho sistema será hacer creer a la gente que están en un modelo capitalista, es decir, de propiedad privada. Cuando de propiedad privada sólo quedará la que ejerzan esas fuerzas de la mentira sobre el resto de la humanidad: el ganado.
Aunque solo de manera temporal, pues en última instancia, hasta esas mismas fuerzas serán devoradas por el Parásito Supremo: EL.
Estado y mentira
Por supuesto, que dentro de la fase final del ciclo, en la que estamos, palabras como estas, serán consideradas como obra de un demente, y puede que así sea en estos momentos finales a los que nos aproximamos a cada vez mayor velocidad; conforme la materia se va cristalizando poco a poco.
Todo lo que toca el Estado es mentira, una mentira necesaria para seguir su función principal sin ser que haya la más mínima sospecha: la de parásito.
“El Estado es una gran ficción a través de la cual todo el mundo trata a vivir a expensas del todo el mundo”
F. Bastiat
Así es como al final de ciclo habremos llegado al Estado total, en el que todos creeremos ser libres, pero no seremos sino siervos de una gran ficción, actores de una gran mentira: la mentira del socialismo, la materia y el que se aprovecha de ambas, es decir, el Padre de la Mentira.
Los hijos de la libertad sabemos que la batalla terrenal está perdida. Siempre lo estuvo.
La victoria no está en este mundo de ficción “real” donde predomina el reino de la “carne”, sino mucho más lejos, en un “sitio” que el mundo ha olvidado casi completamente ya: el mundo del espíritu, el reino de la verdad.
Que Cristo nos ayude.