La interacción farmacológica o de los medicamentos es algo que ocurre al tomar dos medicinas diferentes, de modo que puede que con la interacción de los componentes químicos de las mismas se produzca un efecto secundario, no previsto en la ingesta de uno de esos medicamentos.
Démonos cuenta aquí de que estoy hablando de nuevos e inesperados efectos secundarios.
Otra cosa son los efectos secundarios de las medicinas individuales en sí, de lo cual podríamos debatir larga y tendidamente.
Pero no, hoy voy a hablar solo del tema de las interacciones medicamentosas entre diferentes medicinas, y el por qué dicho asunto supone un problema irresoluble para la medicina moderna, hasta tal punto que deja a la misma como doctrina totalmente acientífica, es decir, sin el más mínimo respaldo experimental.
Interacciones medicamentosas
Este tema de las interacciones no hace falta que se lo preguntemos a un médico.
Cualquiera con algo de sentido común entiende que al tomar diferentes medicamentos con varios compuestos químicos nos arriesgamos a que la interacción de dichos componentes en el sistema de lugar a otros efectos.
De hecho, puede ocurrir que en algunos casos se usen dos fármacos para aumentar el efecto de uno de estos, en lo que sería un efecto de sinergia. Nada que objetar a este respecto, siempre y cuando se haga con los pertinentes estudios científicos con grupos de pacientes para poder sacar unas conclusiones medianamente válidas.
Bien, antes de seguir voy a comentarte el caso de una persona conocida de la que me llegó un prospecto de fármacos que estaba tomando en un momento en el que se le había diagnosticado Alzheimer recientemente, además de denotar un lamentable estado de salud general, con constante “frialdad”, baja temperatura y debilidad extrema.
Estamos hablando de una persona de 70 años que no bebía, no fumaba y llevaba haciendo todo lo que le decían los médicos desde hacía décadas:
- Tomar edulcorantes en vez de azúcar
- No tomar grasas saturadas (porque son supuestamente malas)
- Tomar grasas insaturadas, como por ejemplo, en leches con aceite de pescado azul y girasol añadido
- Reducir la sal al mínimo
Se ve que de poco le valió, porque conforme iban pasando los años el número de problemas no hizo sino aumentar, y con ello el número de medicamentos.
Fíjate que ambas variables van casi mano de la mano.
Mayor número de problemas > Mayor número de medicamentos.
Es como una ecuación perfecta en la que podríamos sustituir la flecha “>” por un “=”, o incluso podríamos ver qué:
Mayor número de medicamentos > Mayor número de problemas.
A veces no hace falta buscar demasiado lejos para encontrar la causa primaria de los problemas, porque la tienes delante de las narices.
El problema de tomar muchas medicaciones, además, es algo “epidémico” en las poblaciones de los países avanzados. No sé cuál es el número medio de fármacos que toma la persona media de 50 a 90 años, pero diría que es bastante alto. Dicho de otro modo, esta “híper-medicación” es un fenómeno de masas.
Continuemos con el tema de las interacciones de los medicamentos.
Bueno, en los últimos años esta persona estaba tomando una gran cantidad de medicamentos al mismo tiempo.
Veamos un ejemplo de lo que estaba tomando en un momento dado:
- Omeprazol: salud gástrica
- Dianben: diabetes
- Calcium Sandoz
- Adiro (aspirina)
- Emconcor: tensión
- Valsartan: presión arterial
- Crestor: colesterol
- Clometiazol: sedante
- Trazodona: depresión
- Ciclofaina: memoria
- Prometax: Alzheimer
- Latanoprost: vista
Como vemos, la lista incluye buena parte de las enfermedades que son plaga moderna: depresión, diabetes, Alzheimer, corazón, vista, etcétera.
Pongamos que la persona empezó teniendo algún “problema” hace años, comenzó a tomar pastillas y al cabo del tiempo acabó con esta retahíla de medicamentos.
¿Quién se beneficia de que la gente tome tantas medicaciones de manera permanente?
Si te das cuenta la relación no solo acaba en el círculo vicioso de problema-medicamento-problema, sino también en el hecho de que a medida que la lista aumenta tenemos una cantidad considerable de dinero en la mesa.
Es como garantizarse de manera segura el aumento de negocio y al mismo tiempo en una forma que crea una dependencia irrompible, la cual está no solo garantizada por el Estado, sino además promovida por este.
El Estado, por lo que le atañe, está interesado en esta evolución, porque significa más trabajos, más recursos y, en definitiva más control y poder para el mismo.
A las corporaciones también les interesa este sistema porque significa más dinero y un sistema de dependencia ad infinitum, o sea, hasta que los pacientes mueran.
Si te fijas, la diferencia entre los drogadictos de la calle y estos “drogadictos del sistema” es solo en grado, no en forma, con la diferencia fundamental que el Estado promueve el aumento del segundo grupo.
Otra cosa que puedes deducir de esto es que al Estado no le interesa que disminuya el número de problemas por una razón obvia: el tamaño del Estado tendría que disminuir, y por si no lo sabes, ya te lo digo yo, al Estado solo le gusta crecer.
Mismamente, las compañías que fabrican estos productos no están interesadas en que los problemas (las enfermedades de los pacientes) desaparezcan, porque de esa manera tendríamos que las ventas bajarían de manera dramática, y eso no gusta, claro.
Bien, eso, para que queden las cosas claras.
Interacción de medicamentos problemática
Con respecto al tema de la medicación de esta persona, que está totalmente rota física y anímicamente, podemos ver, ya de entrada, y si aplicamos un mínimo de sentido común, que hay algo que no tiene mucho sentido.
Si nos fijamos, vemos que esa persona estaba tomando 12 medicamentos recetados por la Seguridad Social del país en cuestión – España. Es decir, que según esa S.S. esos eran los medicamentos que debía tomar esa persona.
¿Interacciones farmacológicas de 12 medicamentos?
Puedes estar seguro que hay estudios de cada uno de esos medicamentos. Estudios con sus años, doctores y hospitales respectivos.
Hasta aquí todo muy bien.
Si han hecho un estudio con la ciclofaina, por poner un ejemplo al azar, en la Universidad X de los Estados Unidos en el año 1989, y el mismo dio como resultado que los pacientes mejoraron la memoria tras X meses.
Perfecto.
Ahí tenemos un punto de partida.
Algo con lo que podemos empezar a trabajar, y que a falta de un análisis más profundo, podemos dar por bueno.
Uno de los problemas fundamentales de la medicina moderna es el hecho de que no tiene ningún estudio de la interacción de dos o tres de esos 12 medicamentos juntos. Ningún estudio hecho en ninguna universidad u hospital del mundo. No hablemos ya de un estudio de los efectos de esos 12 medicamentos al mismo tiempo.
¿Comprendes lo que te estoy diciendo?
Si por alguna razón tu lógica todavía tiene algo de vida lo verás, y te darás cuenta de que recetar esos 12 medicamentos a una persona es algo acientífico, porque no tiene respaldo experimental de ningún tipo, ni nada que se le parezca.
Lo único que hay es una especie de juego de “tirar los dardos”, a ver que pasa.
¿Crees que no hay interacción entre la toma de 12 medicamentos?
¿Crees que tomar 10, 11 o 12 pastillas no crea todo tipo de problemas, empezando por los estomacales?
No me extraña que esta persona llevase años sin comer casi nada, con el estómago destrozado y todo a pesar de tomar Omeprazol, que se supone que es para aliviar esos problemas.
Difícilmente los puede aliviar cuando hay otras 10 pastillas que disolver con 20 componentes químicos haciendo no se sabe ni qué dentro de ese cuerpo.
Es más, si te pones a hacer indagaciones en dichos medicamentos puedes estar seguro de que vas a encontrar un gran número de incongruencias.
Por ejemplo, según diferentes estudios, como por ejemplo este, el omeprazol y fármacos similares está relacionado con mayor riesgo de desarrollar demencia.
No sé si te diste cuenta, pero la persona de la que hablamos tiene demencia.
¿Ves el problema?
Por no decir que posiblemente si hiciéramos un estudio sobre los fármacos para “demencia”, posiblemente encontraríamos que los mismos están asociados a mayores problemas “estomacales”.
Esto es el pez que se muerde la cola.
Pero esto no acaba aquí.
Seguro que si empiezas a buscar posibles efectos secundarios en estos medicamentos en estudios previos encontrarás todo tipo de incongruencias y problemas.
Por ejemplo, podríamos buscar relaciones entre Dianben y sus posibles efectos en: la tensión, salud gástrica, demencia, colesterol, memoria, depresión, insomnio, ansiedad, problemas de vista, infecciones varias, etcétera.
Y esto lo tenemos con solo un medicamento.
¿Ves el problema que tenemos cuando metemos 12 en la ecuación?
Creo que es obvio que la ciencia de las “interacciones medicamentosas” deja mucho que desear.
Más bien nos encontramos en terreno acientífico, es decir, justo lo contrario que científico.