Keynes incluyó un famoso pasaje en su conocida obra “Las consecuencias económicas de la paz”, de 1919, en el que Lenin decía, supuestamente, que la mejor manera de destruir el capitalismo era mediante la destrucción de la moneda.
Muchos han dicho que esas palabras en realidad no las dijo Lenin, aunque no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que todo país comunista destruye su divisa sin remedio, quedando solo una farsa de cara al público.
No obstante, hay un trabajo de Michael White y Kurt Schuller, publicado en el Journal of Economic Perspectives en 2009, en el cual se encontró algunas cosas que dijo Lenin en 1919 que confirmarían que el mismo sabía perfectamente lo que significaba la destrucción de una divisa de cara a la consecución del sueño comunista.
El mismo dijo algo así como:
“Cientos de miles de rublos están siendo emitidos diariamente por nuestro Tesoro. Esto se hace, no para llenar los cofres del Estado con prácticamente papel sin valor, sino co la intención deliberada de destruir el dinero papel como método de pago. No hay justificación para la existencia de dinero en un estado Bolchevique, donde las necesidades se han de pagar con trabajo solamente”.
¿A qué me suena esto de “necesidades”? ¿No es algo que oímos constantemente en cosas como “cada uno según sus necesidades”?
Eso es así, porque muchos de los partidos que están resurgiendo en Europa como fuerzas de dominio futuro – en algún caso como Grecia, presente – no son sino partidos comunistas encubiertos en aureolas de “democracia real”, “democracia orgánica”, “democracia participativa”, “por el pueblo”, etcétera.
Inflación socialista
Su objetivo final es la implantación de un sistema totalitario.
Para lo mismo, evidentemente hará falta confiscar y destruir el valor de todos los bienes privados nacionales.
La confiscación es fácil.
El siguiente paso es la destrucción de todo valor privado que puedan atesorar los ciudadanos en billetes del Estado.
Una vez conseguidas ambas cosas, todo el mundo es dependiente del Estado y, por tanto, esclavo del mismo.
Por eso un gobierno totalitario como Venezuela en verdad está encantado con la destrucción económica de su divisa y de su pueblo. No ha mejor manera de crear pobreza y miseria y por tanto, “necesidades” en la población.
Para cubrir esas necesidades el primero que se presenta – y único, eventualmente – es el Estado, el salvador. Por eso, los comunistas camuflados necesitan de la creación de pobreza extrema para seguir avanzando en su proyecto del Estado totalitario mundial.
La inflación y la destrucción de la divisa es una de sus armas fundamentales.
Lo sabía Lenin, lo sabía Keynes, y lo sabe todo economista, sea liberal o fabiano.
El hecho, es que muchos liberales consideran a la inflación como una de las causas del cada vez mayor robo por parte de los estados a los ciudadanos.
“La inflación es un impuesto camuflado”, lo cual es cierto. Pero la realidad de la “inflación” es mucho más profunda que eso.
Digamos que la inflación no es la verdadera causa de que el Estado nos vaya confiscando de manera subterránea cada vez un poco más.
Que los estados van incluyendo prácticas cada vez más inflacionarias con el paso de las décadas, es evidente. Que las mismas van destruyendo de manera subrepticia la propiedad privada también.
¿Causa de la inflación?
Pero, la verdadera cuestión es que la inflación no es la causa, sino la consecuencia de un fenómeno mayor y más fundamental, el cual es que las democracias sufren un proceso de degeneración que va desembocando en “inflación” con el paso de los años.
Es decir, es el sistema político de Occidente, la causa de la cada vez mayor “inflación” (impresión de moneda), y por tanto de la descapitalización de las sociedades (destrucción constante de los derechos de propiedad privada).
Esto es algo imposible de entender por las masas, ni por la mayoría de los académicos, los cuales consideran que la democracia es el mejor de los sistemas posibles, y el último estadio de la humanidad, el cual ha venido para quedarse para siempre, pero me temo que la realidad no funciona así.
Ni la democracia ha venido para quedarse, ni es el mejor sistema posible, por mucho que nos lo parezca.
Puede ser el más “divertido”, aquel en que hubo más diversión.
En eso sí estoy de acuerdo. Pero dicha diversión es basada en el consumo de capital.
Un consumo que va sucediendo década tras década y cuya mayor manifestación es la contante inflación y devaluación monetaria eterna que parece nunca tener fin.
Inflación en el socialismo
El fin, en cierto modo, tiene lugar en el cero, número sagrado del socialismo.
Como todo el mundo sabe, uno de los momentos históricos en este lento pero continuo momento de devaluación monetaria mundial, tuvo lugar en 1971 cuando el presidente Nixon cerró la ventana del oro como reserva mundial. A partir de ahí, el proceso burbuja inflacionario se aceleró de manera dramática.
Las divisas mundiales, incluido el dólar empezaron un lento camino de devaluación constante a través de políticas inflacionarias de los gobiernos mundiales.
Dicha devaluación tiene su máximo reflejo, como no, en el archienemigo de los totalitarios del mundo: el oro. La única verdadera divisa. Aquella que no se puede copiar ni imprimir, el dinero supremo y estandarte de los defensores de la libertad.
Algunas de las divisas mundiales han perdido un 90, otras un 95, otras un 97, otras un 5000%. Depende de la divisa y del gobierno de turno, pero la norma es que el mundo va directo al agujero negro del “cero”, destino final de la destrucción de capital mundial en curso.
Esto, por supuesto, es algo que solo uno entre un millón de personas puede ver, algo similar a lo que supuestamente Lenin dijo en el famoso libro de Keynes, «Teoría general del interés, el empleo y el dinero»:
“Por un continuo proceso de inflación, los gobiernos pueden confiscar, secretamente y de manera inobservada, una importante parte de la riqueza de sus ciudadanos. No hay una manera más sutil, ni medio más seguro de destruir la base actual de la sociedad, que mediante la destrucción de la divisa. El proceso envuelve a todas las fuerzas escondidas de las leyes económicas en el lado de la destrucción, y lo hace de tal manera que ni un hombre entre un millón es capaz de diagnosticar”.
Esta fue una de las mejores citas de la historia económica en cuanto a la descripción del proceso de conversión irredimible al socialismo por parte de nuestras sociedades.
Lo curioso del tema, es que las masas, engañadas, piensan que el camino contrario es el correcto, que de alguna manera estamos yendo a una sociedad más “capitalista” y menos socialista.
Como siempre, engañadas por las ilusiones de esta realidad, las masas son el mayor apoyo de la realización del antiguo plan de la construcción del Estado totalitario mundial.
El hecho fundamental es que las divisas se van devaluando constantemente contra el oro, y además lo están haciendo a un ritmo cada vez más rápido.
Nótese, además, que el camino hacia el “cero”, destino final del ciclo, es un camino “infinito”.
Cuando la divisa se ha depreciado un 99%, luego puede volver a depreciarse otro 99, y otro 99, y así cientos de miles de trillones de veces más y no se llega al cero, por lo que aún nos quedan varias rondas de devaluación hasta que lleguemos al momento final del ciclo humano actual, pues al igual que la bolsa, el clima, el día y la noche, nuestra realidad es cíclica.
“An veritas, an nihil”