Fibonacci, el Número Áureo y el Demiurgo

Parece ser que hay un patrón que rige esta nuestra realidad.

Este no es otro que la sucesión de Fibonacci o el número áureo resultante del análisis de la anterior.

Fibonacci creador

Se puede pensar que fue Leonardo de Pisa, también conocido como Fibonacci, quién descubrió esta sucesión, pero este solo vino a traer a la luz un conocimiento muy antiguo; tanto como desde la Génesis o “Creación” de este Universo por el Gran Arquitecto, el cual se basó en esta proporción mágica para dar rienda suelta a su proyección en el plano material. Fibonacci, al igual que uno de sus antecesores cabalistas Pitágoras, aprendió el fundamento de ese ratio en sus extensos viajes por Oriente.

Tampoco es de extrañar que el mismo fuera el que trajera el sistema de numeración indio-arábigo de base decimal y el cero; y este último dato no carece de importancia, pues el cero es un número especialmente apreciado por los sacerdotes egipcio babilónicos, ya que el mismo representa al abismo, la nada o el nirvana, y el mismo siempre fue rechazado “inconscientemente” por los europeos.

Rechazo que al fin, y más tarde y definitivamente con Pitágoras, fue derrotado.

 

Espiral Fibonacci

 

Fibonacci y pirámides

Que Fibonacci no es el que ideó esta sucesión es obvio y se puede ver sin ir más lejos en que los que construyeron la Pirámide de Gizah lo hicieron aplicando el mismo; así como también el número Pi y el Teorema de Pitágoras (que en realidad no era de Pitágoras).

Analizando las proporciones de la Gran Pirámide (1) se puede comprobar que las mismas dan un resultado casi idéntico al que resulta de aplicar el cálculo usando el número áureo.

El error resultante sería del orden de 0.0367 metros o 0.025%, lo cual es obviamente insignificante para una construcción tan colosal. Otro caso curioso con respecto a esta construcción es que la misma – y la alineación con las otras dos pirámides – en la Constelación de Orión (2). Y esto no es casualidad, pues dicha Constelación parece tener una importancia significativa en la “Creación”.

¿Es posible que en Orión esté la morada o el origen del Demiurgo?

Fibonacci y el Número aureo

La secuencia de Fibonacci resulta de sumar los dos números anteriores en una serie empezando por 0 o 1 resultando así: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, etc.

El número áureo resulta de dividir un número por el anterior, dándonos una proporción de 1.618 o 0.618 dependiendo de cómo operemos el cociente.

Este ratio plasmado en un plano nos da una serie exponencial que resulta en una espiral que va dibujando cuadrados adyacentes hasta el infinito.

Este tipo de formación y ratio se encuentra en buena parte de las estructuras de la naturaleza. Lo encontramos en las plantas, flores y pétalos.

Número áureo y naturaleza

Uno de los ejemplos más claros es la flor del girasol, la cual produce las semillas en el centro y las va moviendo hacia fuera en forma de espiral.

Uno de los ejemplos más significativos de este ratio y espiral resultante lo encontramos en las imágenes de las galaxias y sus famosas formaciones en espiral.

De manera similar también lo encontramos en las formaciones tormentosas y los huracanes.

El Sistema Solar no es ajeno a este ratio pues parece ser que teniendo en cuenta la dimensión de la Luna, si la colocamos justo encima de la Tierra y dibujamos una línea que va desde el centro de la misma al centro de la Luna tendremos uno de los lados de un triángulo, siendo otro el radio de la Tierra y el restante el que resulta de la unión de los anteriores.

Dicho triángulo rectángulo nos daría la proporción de Phi, o sea el número áuero, siendo la dimensión de sus lados raíz de Phi, 1 y Phi respectivamente.

 

cosmos número áureo
Galaxias, la espiral y Phi

 

Fibonacci y la Divina Proporción

Otra área llena de ejemplos de este número, también conocido como la Divina Proporción, es en la naturaleza, los animales y el ser humano.

El cuerpo humano es uno de los ejemplos más característicos de esta proporción.

Midiendo el cuerpo erguido podemos obtener cuatro proporciones aproximadas al número áureo. La primera resultaría de dividir la altura del cuerpo por la distancia de la cabeza a los dedos de las manos. La siguiente, de dividir esta última por la distancia hasta los codos. Luego, de dividir esta última por la distancia de la cabeza a la altura de los hombros. Y finalmente, dividiendo la última por la longitud de la cabeza misma.

Todos los resultados deberían aproximarse al número áureo.

Los cuerpos de los insectos e incluso de la fauna marina están repletos de estas proporciones.

Fibonacci y la Biblia

Esta proporción o ratio también se encuentra en numerosos pasajes de la Biblia.

Uno de los ejemplos más claros es el de Éxodo 25:10, donde nos dice: “Harán también un arca de madera de acacia; su longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de un codo y medio”.

El ratio de 2.5 a 1.5 nos da 1.666 (curioso este resultado igual al número de l Bestia), lo cual es casi idéntico a 1.618, y por lo tanto podemos decir que el Dios del Antiguo Testamento mandó construir el Arca de la Alianza bajo las proporciones del número áureo.

También podemos encontrarlo en la construcción del Arca de Noé; Génesis 6:15, donde nos dice: “Dale la siguientes medidas: ciento cincuenta metros de largo, veintitrés de ancho y catorce de alto”.

La división de 23 por 14 nos da 1.642, lo cual se aproxima otra vez bastante al número áureo.

Nótese que para dar exactamente dicho ratio la división debería ser por 14.21. Por eso el Dios del Antiguo Testamento debía dar la medida más aproximada posible, la cual era 14.

No es de extrañar, pues, que Phi también esté relacionado con la Bestia y el 666.

 

razón áurea pentagrama

 

Fibonacci y el Pentagrama

No es casualidad que el famoso pentagrama tan adorado por Pitágoras y muchos otros tenga en sí mismo a este famoso ratio.

El mismo se encuentra tanto en el pentagrama como en el pentágono resultante de unir los vértices del mismo.

En este último si tenemos la base formada por la unión de dos aristas A y B, tendríamos que si cogemos la siguiente arista C, y dividimos la distancia de AC por AB, tendremos 1.618. Lo mismo podemos comprobar si nos ponemos a calcular las relaciones de las aristas internas del pentagrama.

Y esto no es más que un resumen escaso de todos los ejemplos del uso del número áureo a lo largo y ancho del universo físico. No hay duda que dicho ratio o número tiene una importancia crucial en la “Creación” del Gran Arquitecto del Universo.

Unos dicen que este Gran Arquitecto o Demiurgo es Dios, pero ¿y si este supuesto Dios fuera en realidad El Maligno?