“En los años 40, los granjeros intentaron usar aceite de coco barato para engordar a sus animales, pero se encontraron con que estos se volvían más activos, hambrientos y delgados. Por unos años se comprobó que una droga anti-tiroide era efectiva en hacer subir de peso al ganado, pero también se encontró que aumentaba el riesgo de cáncer…Allá por finales de los 40, se encontró que se podía obtener el mismo efecto de “engorde”, simplemente usando granos de soja y maíz como alimento”
Ray Peat. Coconut oil, 2006.
Bien, con una afirmación como esa de Ray Peat, uno se empieza a hacer muchas preguntas.
Una de las cosas de las que te das cuenta es que ya desde mediados del siglo XX se podía palpar la campaña anti-grasas saturadas.
Para el que no lo sepa, el aceite de coco, al menos el original, es uno de los más potentes en contenido de grasas saturadas, yendo desde 90 hasta casi el 100% según el caso.
Por lo tanto, aquí ya podemos ver como las campañas de las multinacionales y los estados ya empezaron a dar sus frutos hace mucho tiempo.
Así, los granjeros americanos se creían a pies juntillas lo que les decían desde las altas instancias.
Si las autoridades y grandes expertos de las grandes empresas decían que las grasas saturadas engordan entonces lo lógico sería aplicar dichos “conocimientos” al negocio.
Lo que pasa es que la teoría es la teoría y la realidad es la realidad.
Curiosamente, aquellos que realizan recomendaciones también tienen unos intereses económicos bastante definidos; que no son otros que los de hacer dinero con sus ventas. En este caso con las ventas masivas de ciertos productos.
La realidad es que los granjeros se dieron cuenta de que les estaban contando un cuento chino, y que por alguna razón, las grasas saturadas tan malas no es estaban causando el resultado prometido.
Años más tarde, comprobaron que usando productos ricos en grasas no saturadas, el resultado sí era el prometido: aumento del peso en los animales.
¿Cómo puede darse algo teóricamente tan ilógico?
Curioso, ¿no?
La campaña de desprestigio de las grasas saturadas, sin embargo, no había hecho más que comenzar en aquellas fechas.
Hoy en día el tema está más que desarrollado.
Prácticamente la totalidad de la sociedad mundial cree que las grasas saturadas son malas y las insaturadas, entre ellas, las poli-insaturadas son buenas.
El tema del desprestigio de este tipo de grasas alcanza a todos los actores importantes de la sociedad. No solo empresas de alimentación o farmacéuticas.
Por ejemplo, en la inmensa campaña de “desmoralización”, tenemos los típicos artículos o noticias de los medios de comunicación, como este de la BBC:
“El aceite de coco es tan malo como la mantequilla o las grasas de la ternera”
¿En qué se basan los de la BBC?
Pues en que la Asociación Americana del Corazón dice que tienen muchas grasas saturadas y las mismas son malas para el corazón.
Ahora bien, la misma AHA dice que no disponen de “buenos estudios para soportar eso” (Sic).
Sí, eso mismo pone en la noticia de la BBC.
Si a los esfuerzos de la BBC unimos los del Estado y las multinacionales de alimentación, es fácil comprender como el 99% de la población inglesa o mundial va a creer a rajatabla que dichas grasas son malas.
Bajar de peso con aceite de coco
En uno de sus artículos más conocidos Ray Peat reconoció que el aceite de coco jugó un papel al fundamental en la mejora de su salud.
Al parecer había estado años sin mejoras aparentes en su salud y de repente, un día, tras tomar una cucharada de aceite de coco con su arroz comprobó como unas horas después su metabolismo se hallaba produciendo energía más eficientemente, como por ejemplo con una respiración más profunda y mayor temperatura corporal.
Más tarde intensificó su ingesta de aceite de coco, entre unas 200 o 250 calorías por día y tras unos meses de vaivenes metabólicos comprobó cómo había bajado casi 5 kilos después de haber permanecido en el mismo peso durante años. Para terminar, comentó que si empezaba a tomar menos aceite de coco subía de peso y si tomaba más volvía a bajar.
Esto es algo parecido a lo que le ocurrió a los ganadores y granjeros americanos en esos experimentos de antaño.
Curioso, cuando menos.
Vale, entonces ¿es beneficioso el aceite de coco o no?
Ya hemos visto que según el sistema y los poderes que controlan el mundo: estados y multinacionales, el aceite de coco no es bueno. Y no es bueno porque contiene muchas grasas saturadas. Como consecuencia, los aceites buenos son otros como los de soja, canola o colza, porque tienen bajo porcentaje de grasas saturadas.
Sin embargo, los estudios de Ray Peat y muchos otros dicen que esto no es así, que todo lo contrario es la verdad.
Según los defensores de lo beneficioso del aceite de coco, el mismo sirve para:
- Aceite sin grasas trans, las verdaderamente dañinas
- Promueve el colesterol bueno (HDL)
- Es un buen blanqueador para dientes
- Buen maquillante, antioxidante, antiséptico e hidratante
- Disminuye los triglicéridos
Y un largo etcétera.
Como ves, y como siempre pasa con casi todos los campos de conocimiento que hay en la sociedad humana, hay varios puntos de opinión.
No es difícil darse cuenta que uno de los dos está equivocado, o simplemente miente.
Por un lado tenemos los negocios multinacionales, corporativos y estatales, es decir, auténticos mastodontes del capital, y por otro tenemos las opiniones de los curanderos, profesionales holísticos y el sentido común.
Si piensas un poco te puedes dar cuenta de que en tal guerra hay unos intereses económicos muy grandes.
Curiosamente, aquí, los intereses del Estado están del lado de las grandes corporaciones.
Ambos, aunque parezca mentira, tienen un interés económico común.
No es solo que las multinacionales ganen más dinero vendiendo sus aceites baratos de grasas poliinsaturadas, tipo colza, canola, soja, maíz, girasol, etcétera.
Si piensas un poco más profundo te darás cuenta de algo.
Si la salud de la sociedad se deteriora, por ejemplo, con lo que aquí hemos hablado, con un aumento de la obesidad de la población, no solo las multinacionales ganarán dinero, sino también los Estados, pero en un sentido diferente.
No es que los que trabajen para el Estado se van a hacer ricos, como los dueños de las multinacionales, pero el que se va a volver rico es el Estado.
¿Qué significa volverse rico para el Estado?
Pues que el mismo aumenta en tamaño de manera dramática.
Si el ratio de obesidad en la sociedad es del 30%, como ahora, en lugar del 1% como hace 400 años, puedes tener por seguro que los problemas cardiacos y de todo tipo van a ser mucho mayores, con el consecuente aumento de las plantillas y recursos de los aparatos del Estado.
Muchos dirán que ese aumento es para proporcionar una mejor salud, pero no debes descartar la posibilidad de que buena parte del aumento se deba a que hay una mayor incidencia de problemas varios.
Esto es fácil de comprender cuando te das cuenta de que una sociedad sana no provee de clientes para las consultas estatales. Evidentemente, estas y todo lo que las rodea, no están interesadas en que la sociedad tenga una buena salud, precisamente.
Sin embargo, vamos a verlo desde otro punto de vista.
Imagínate que vives en una isla del Pacífico, de Filipinas o de cualquier otro archipiélago exótico. Al igual que en buena parte de Asia Oriental el aceite de coco era fundamental en las dietas locales desde tiempos ancestrales.
Es decir, imagínate el aspecto de una tribu de isleños pacíficos hace 500 años.
Puedes estar seguros que el consumo de aceites modernos “multinacionalistas” tipo de los que nombre antes, era cero.
Puedes estar seguro que el consumo de aceite de coco para cocinar, freír o simplemente tomar, era increíblemente alto.
Ahora quiero que hagas una reflexión.
¿Crees que esos isleños del pasado estaban gordos con respecto a sus descendientes de hoy en día?
Probablemente no.
Muchos dirán que no es por los aceites, sino por los azúcares.
Pero aquí yo les digo que antaño el consumo de glucosa no era bajo precisamente: frutas, arroz y patatas dulces, entre otras cosas.
Te puedo asegurar, casi con toda seguridad, que la gran diferencia entre las dietas de antaño, y las de ahora, aparte del hecho de ser mucho más naturales, era el hecho de que las primeras no tenían en su menú grasas poliinsaturadas. Estas no son sino una invención de la dieta moderna; que por alguna razón los grandes poderes del mundo han decidido que son buenas para nosotros.
Pero como te estuve explicando antes, lo que tienes que hacer es la pregunta inversa.
¿Son esas grasas poliinsaturadas buenas para nosotros, como dicen los grandes poderes?
¿O son en realidad esas grasas buenas para esos poderes mundiales?
¿De verdad crees que el aceite de coco es tan malo?