¿Cuál es el significado del punto dentro del círculo?
Posiblemente la mayoría de las personas no tengan ni idea del asunto, y dentro de la minoría que sabe algo del mismo, la mayoría dirán que representa al sol, o sea, el centro de nuestro sistema solar.
Todo muy normal habida cuenta del concepto de la realidad que defiende el Sistema y que nos enseñan desde pequeños.
La realidad es, no obstante, otra muy diferente, pues el sol primigenio de nuestro “Sistema Solar” no es el Sol sino Saturno, y es al mismo al que hace referencia el punto dentro del círculo.
Un cuento bastante conocido dice que en una ocasión un profesor pidió a sus alumnos que dibujaran en la pizarra aquello que representaba mejor la imagen de Dios que tenía cada uno de ellos.
Los alumnos dibujaron varias figuras, incluida la figura de Cristo.
El profesor finalmente hizo su propia aportación, y la misma fue un círculo con un punto en el centro; eso era según el profesor, la mejor representación de la idea de Dios. El punto.
Este profesor parece claro que debía ser un cabalista de la tradición hermético babilónica, y por supuesto, aparte del posible significado metafísico de la figura, era un alquimista adorador de Saturno, el Monarca Inmóvil, el Monarca Universal de la Edad de Oro (1).
El círculo y el infinito
Metafísicamente hay quienes dicen que el círculo vendría a representar lo infinito y el devenir cíclico del tiempo, siendo equivalente a la Serpiente Uróboros que se muerde la cola, en los interminables ciclos del tiempo; un concepto similar al que podemos ver en la alegoría del ave Fénix.
Estos ciclos seguirían un patrón homogéneo compuesto de: nacimiento, crecimiento, muerte y renacimiento.
El punto vendría a ser el centro del cual depende todo lo demás, el motor inmóvil de Aristóteles, la Unidad metafísica, el lugar de donde emana toda la creación, el nous hermético.
Es obvio que para hacer una línea o cualquier figura primero tendremos que empezar por un punto.
Viéndolo de esta manera podríamos decir, que Dios bien podría ser ese “punto”, el cual contiene “todo”, hasta la más remota “idea”.
Aunque el ideal panteísta que ha calado tan hondamente en la psique de la modernidad, quiera ver el todo como una emanación del punto, y por tanto “ el todo” sería una emanación de la singularidad inicial y “todo” sería Dios: todo sería el Uno, aunque yo más bien diría, como León Maurin, el Cero absoluto.
Aquí no hay lugar para la trascendencia.
Volviendo al tema del Sol y Saturno, según las evidencias y los diversos estudios que se han hecho sobre el tema, como por ejemplo los de Vellikovsky, Santillana, De Grazia, Talbott, etcétera, parece claro que hay una memoria común (2) en las antiguos pueblos de la Tierra que identifican los mismos patrones: el mito de la Edad de Oro, el del rey creador, la reverencia por el antiguo dios sol, el día arcaico comenzando en la medianoche, el emplazamiento del centro cósmico con el eje del cielo, Saturno como el fundador de la Edad de Oro y rey creador, Saturno como el sol primigenio y el dios del “día”, y Saturno el que reina desde el polo celeste.
Saturno boreal
Que cientos de diferentes pueblos del mundo identifiquen las mismas cosas y de la misma manera no es, por supuesto, casualidad, ni tampoco fantasía de las mentes arcaicas de nuestros antepasados los “monos”.
Todo eso forma parte de la observación directa de un fenómeno muy real, que no era otro que Saturno estaba “sentado” sobre el polo boreal de la Tierra, conectado a esta por el eje del mundo, Yggdrasil o Montaña Loka Loka.
Esto es así porque la historia que nos cuentan las élites cabalistas del mundo, que dominan la totalidad de los sistemas educativos desde hace siglos (3) es muy diferente a la realidad; y por supuesto, la Tierra no es un planeta insignificante en un Universo “infinito” sino que tiene una significación primordial en esta parte material de la Creación, siendo el centro de la misma, cuestión que bien saben los más altos escalones de la jerarquía sinárquica. Y aquí radica la clave de su triunfo actual: en mantener bajo un hechizo inamovible a las masas del mundo; hechizo que tienen bien atado con su control total y absoluto de las instituciones gubernamentales del mundo.
Por tanto, y teniendo en cuenta que toda la “historia” de nuestro Sistema Solar es una mentira gigantesca, se puede entender el esfuerzo de las fuerzas de la oscuridad en ocultar la verdad de su Dios con el punto dentro del círculo: Saturno, el Demiurgo Satanás “creador” de este mundo y regidor del mismo.
El punto en el círculo vendría a representar al mismo Maligno y la “imagen” del mismo cuando se asentaba sobre su polo sur sobre el polo norte de la Tierra, siendo la montaña Loka Loka la pirámide energética que unía “ambos” mundos y encima de la cual se podía ver el ojo que todo lo ve característico del Gran Arquitecto.
Así se puede entender bien lo que significa la famosa imagen captada del polo sur de Saturno, en las que se pueden ver una tormenta gigantesca permanente cuyo centro tiene forma de ojo.
En los cataclismos que siguieron a esta configuración “inicial” se fue configurando el Sistema Solar actual, incluida la “falsa” Luna actual, siendo enviado Saturno al séptimo cielo.
¿Saturno el séptimo cielo?
No es de extrañar, pues que Saturno sea considerado el séptimo cielo en el polo celestial según antiguas tradiciones árabes.
Saturno, o el Demiurgo Satanás, fue el responsable de romper el orden verdaderamente eterno del espíritu (Urano) y crear la terrible ilusión del mundo temporal y dualista, con el constante devenir de los ciclos infinitos que emanarían del mismo Demiurgo (el punto inmóvil) con el plan de llevar a la humanidad hasta el estado final de su plan maquiavélico, para el cual la misma está plenamente preparada ya.
- Y al oro también representa este símbolo en el lenguaje alquímico.7
- Para nombrar uno entre los innumerables ejemplos, tenemos por ejemplo para los budistas el centro de la rueda cósmica sería donde residiría el mismo Buda. Según Coomaraswamy el trono de Buda coronaba el Eje del Mundo, o sea el que conectaba a Buda con el polo celestial, el Polo Norte.
- En realidad, desde la misma instauración de los mismos.