¿Crees que puedes tener mejor salud cortando el consumo de azúcar como en «1984»?
Enhorabuena, si así es y lo consigues te felicito.
El miedo y odio al azúcar es algo en lo que creen la mayoría de la sociedad y los Estados del mundo.
Uno de los pioneros en todo tipo de ingeniería social es el Estado británico.
Bien, parece ser que el hecho de que el azúcar es mala es algo más que probado y por ello han decidido poner un impuesto sobre los refrescos de soda que tienen azúcar como contenido.
El objetivo, supuestamente, es reducir el número de obesos, casos de diabetes y mil otros problemas más, que según el gobierno británico, son causados por el azúcar.
El sueño prohibicionista está llegando a su climax en las orillas de Albión.
Allí todavía se pueden encontrar Coca Cola, Pepsi Cola y alguna que otra bebida similar más con azúcar, de manera un poco extraña, la verdad, pues es curioso que los gigantes como Pepsi y Coca Cola no se hayan pasado por completo a las versiones “light”, de las que también venden.
Sin embargo, esas versiones están ahí, y las ventas, a pesar de ser buenas, no han hecho que los gigantes hayan decidido dejar de producir las versiones con azúcar.
Parece que hay mercado para las dos.
Los hay quienes prefieren el saber “sweetner” y los que prefieren el sabor “azucarado” de toda la vida.
Yo desde hace mucho tiempo me decanté indudablemente por la Coca Cola normal, la de toda la vida, incluso bastante antes de que comenzara mi concienciación completa sobre lo dañino de los edulcorantes artificiales.
El sabor de la versión “sin azúcar” y la otra versión difieren bastante. La versión light me sabe como a algo plastificado, pero bueno; no son sino consideraciones personales.
Cada uno tiene su preferencia.
Si la tuya es la de la versión “light” pues estupendo.
La cuestión, no obstante, es que la mayoría de los consumidores de esta lo hacen porque creen que de esta manera evitan engordar; no porque realmente les guste más la Coca Cola Zero, a pesar de que se acaben por acostumbrar más tarde.
Este “avance” de la regulación británica no es sino una muestra de lo que está por llegar en los próximos años a nivel mundial.
Los Estados, cada vez más, intentarán regular y poner restricciones en este tipo de cuestiones.
Evidentemente, la cosa no se queda en regulaciones financieras o sociales.
Todo está relacionado.
Al final, resulta que lo que le interesa a Goldman Sachs le interesa al Estado, y viceversa, y lo mismo podemos decir de AstraZeneca, Pfizer o los ministerios de sanidad.
Pueden parecer agentes antagónicos, pero en realidad no son sino la misma cosa.
Lo curioso es que la gente piensa que porque el Estado y los centros “académicos” están a favor, la ciencia detrás de esto tiene que ser fiable, cuando lo único fiable que hay en el asunto es la cantidad de dinero que se mueve en los pasillos donde se hacen las leyes de dichas cuestiones.
Impuestos en las comidas “malas”: similitudes con 1984
Poco a poco los Estados y sus agentes van mostrando sus verdaderas intenciones.
Por ejemplo, no hace mucho, el sector académico australiano, AKA (conocido como) “universisdades”, sacó una propuesta para poner fuertes tasas sobre los productos con mala fama como el azúcar, la sal y las grasas saturadas.
¿Quiénes saldrían ganando en este asunto?
Adivina.
¿Te dije antes Estado y grandes corporaciones?
¿El Estado cómo?
Pues, evidentemente, si la salud de la sociedad se deteriora más, el número de trabajadores del Estado ha de aumentar, como ha venido haciendo los últimos 50 años, pasando de X trabajadores en sanidad a X multiplicado por 20.
A lo mejor hasta tienen suerte y reducen los casos de obesidad, cosa que dudo, pero imagina que el número de casos de diabetes, problemas coronarios y cánceres de todo tipo aumentan.
Pues bien, si eso ocurre, habrá falta más hospitales públicos y personal en los mismos, cosa con la que, de manera casi subconsciente, mucha gente sueña, sobre todo en países “latinos”, como España, donde todo el mundo sueña con ser funcionario.
¿Cómo ganan las multinacionales?
Pues claramente, porque la producción de alimentos artificiales es más barata y eficiente para ellas que la producción de alimentos más naturales, como el azúcar o las grasas saturadas de todo tipo.
Ellas prefieren aspartamo, sucralosa, aceite de colza, girasol, etcétera.
Digamos que la relación coste/beneficio es más sabrosa.
Si a eso le añades que los medios de comunicación están dominados por el mismo tipo de gente que domina las multinacionales de alimentación, solo puedes esperar que medios de masas como la bbc o tve o cualquier medio importante en el mundo hagan propaganda continua sobre los productos que favorecen a sus primos del sector de la alimentación.
Todo ello con el apoyo, como no, del sector académico.
Sin embargo, el gobierno británico no es el primero en implementar este tipo de medida orwelliana.
La ciudad de Filadelfia introdujo un impuesto similar hace no mucho, con el cual los consumidores tienen que pagar unos 10 céntimos extra por cada bebida que compren.
¿El resultado?
Como era de esperar, una disminución de las ventas y aparición de “mercados negros”.
En el conocido libro de Orwell, 1984, había un episodio en el que la única manera de comprar azúcar, leche o café real era en el mercado negro, a precios desorbitados.
El mismo decía algo así: «Julia llega con una bolsa de placeres adquirida en el mercado negro, incluyendo azúcar, leche, pan y mermelada y té, y algo que llevo a Winston a sus días de la juventud, café real.
¿Qué premonitorio no?
Al parecer los que prefieren sus sodas con azúcar en vez de aspartamo lo que hacen es cruzar la frontera del Estado e ir a comprar a las ciudades vecinas paquetes de sodas en masa. Aunque en este sentido supongo que tendrán que comprar cantidades gigantescas para compensar el coste de gasolina.
En fin, que como vemos todo tipo de “Ley Seca” acaba produciendo cosas curiosas.
Conclusión
Una cosa que podemos esperar seguro es la disminución paulatina de los productos azucarados de los estantes de los supermercados, y en particular las bebidas como las colas y similares. De hecho, en muchos sitios, como puedes ver en la fotografía de la entrada, la cantidad de productos con “zero” azúcar es mucho mayor que la de los productos clásicos.
Llegará el día, como en 1984, en el que esos productos clásicos dejarán de aparecer por completo.
Será por prohibiciones completas, por subidas incluso mayores de tasas o porque simplemente los fabricantes decidan dejar de producirlas habida cuenta de las escasas ventas y “éxito” del producto.
Sin embargo, no importa lo que hagan los gobiernos y sus aliados las grandes corporaciones.
Algunos no vamos a consumir aspartamo y sus edulcorantes artificiales en ningún caso.
Bueno, sí, en un caso sí.
Cuando nos los metan a la fuerza.
Ese día ya descubrirán su verdadero rostro.