Parece ser que según los medios oficiales el 70% de la población, más o menos, tiene la serotonina baja, y que eso es un gran problema, según no solo esos medios, sino la opinión generalizada.
Según esta opinión generalizada las dos principales causas de que la serotonina esté baja son: la alimentación con azúcares y demás harinas refinadas y el estrés.
El caso del azúcar porque supuestamente inhiben el metabolismo del triptófano, porque por alguna razón parece ser que una gran producción de triptófano es algo bueno.
Por lo tanto, si comemos poca azúcar y comidas refinadas, no estorbaremos que los demás alimentos naturales que tomamos y que son ricos en triptófano, como la carne, huevo, leche, banana, piña, etcétera, puedan contribuir con grandes cantidades de triptófano que luego ayudaran a producir la serotonina necesaria.
Ergo, según esta teoría debemos reducir el consumo de azucares al máximo y aumentar la ingesta de productos naturales.
Bueno, mira, tampoco suena tan mal, ¿no?
La segunda causa del problema de la serotonina es el estrés, esa plaga del siglo XXI que tanto afecta a nuestro estado de ánimo. Con el aumento del estrés, se produce un aumento del cortisol, y con esto tenemos un ataque directo a la serotonina.
Cualquiera que lea algo así pensará que la serotonina es una especie de hormona de la felicidad, sin la cual estaríamos deprimidos, y que la vida moderna, con los productos refinados y el estrés de las ciudades es el principal problema.
Así tal y como suena no está mal, y es un argumento hasta bueno y no le falta razón, ya que si adoptamos una vida menos “moderna”, pasando menos tiempo dentro de oficinas y más al aire libre, y al mismo tiempo tomando más alimentos naturales y menos industriales, probablemente mejoraremos nuestra salud de manera sustancial. Ahora bien, que ello sea porque “subimos la melatonina”, está por ver.
Porque si no saliéramos de esas dos recomendaciones básicas no pasaría nada malo realmente.
El problema viene que con este tipo de consejos, la gente acaba comprando botes de triptófano, 5-HTP (serotonina natural) o productos similares con melatonina y demás.
Aquí ya estamos “suplementando” algo con lo que pretendemos ayudar a reducir el estrés de nuestra vida moderna.
La serotonina no tanto tiempo atrás
Allá por finales de los años 50 había otra visión sobre la serotonina, al menos entre muchos círculos médicos, mucho antes de que la industria farmacéutico-estatal se hiciera con el control de la “teoría” y pudiera introducir sus ideas de forma curricular por decirlo así.
Por esos años se tenía por hecho que un exceso de serotonina era causa de migrañas, nauseas o problemas de visión y que sustancias contrarias a la misma como, curiosamente, LSD, hacían que muchos de estos pacientes revertieran su situación.
En muchos estudios se ha probado que altos niveles de serotonina pueden reducir la producción de energía al interferir con la función respiratoria de la mitocondria, lo que en cierto modo ayuda a entender porqué la serotonina está asociada a fenómenos como la hibernación.
El carácter hibernatorio de la serotonina se entiende al comprobar que aumentando la cantidad de esta nuestra temperatura tiende a bajar, en una especie de efecto de “apagado energético”, en el que nuestro cuerpo trata de huir. En cierto modo es como si intentáramos curar los problemas yéndonos a “hibernar”. De esa manera reducimos toda nuestra capacidad de producir energía a cambio de mantener un estado de usar la energía mínima para la supervivencia.
Esto parece todo lo contrario a lo que dicen los defensores de la serotonina. Además, si hacemos caso a estos terminaremos por comer una gran cantidad de carnes en forma de bistecs y pechugas, como si nuestros ancestros solo comieran esa parte de los animales, muy rica en triptófano.
Con este ejemplo, podemos ver que aquí ya estamos hablando de un desequilibrio, pues si bien una pequeña cantidad de triptófano es necesaria, el comer dietas excesivas en el mismo, como las nuestras, con gran cantidad de bistecs, granos y frutas fibrosas hace que nuestra ingesta de triptófano sea bastante mayor. Según este punto de vista, en la actualidad no tendríamos una escasez de triptófano sino una súper abundancia.
Si volviéramos a las maneras de antes, estaríamos comiendo todo el animal, con otro tipo de perfil nutricional al usar otras partes del mismo, como los huesos, cerebro, hígado, etcétera.
El prozac y el aumento de serotonina
Quizá el ejemplo más claro de este tema de la serotonina es el relacionado con el prozac, la famosa pastilla para las depresiones y anxiedades varias.
La función de la misma es sencilla: aumentar de alguna manera la serotonina para así, curar nuestra depresión o problema.
Bien, en estudios realizados hace tiempo, y usando figuras de varias fuentes se demostró que el uso de Prozac podría estar relacionado con más de 50.000 suicidios.
Así mismo, la BGA, el organismo alemán de salud tenía serias reservas con el prozac ya que había estudios que probaban que el ratio de suicidio en pacientes que empezaban a tomar la droga se multiplicaba por 5 una vez empezaron con la misma.
Al final esto enlaza plenamente con el mundo de las curas para la depresión y la gigantesca industria que se ha formado alrededor, en un momento en el cual una parte increíblemente enorme de la población toma pastillas para “arreglar” algún problema emocional. Pastillas de las cuales más tarde no puede prescindir, por cierto.
Lo cierto es que la gran mayoría de “anti-depresivos” son, de algún modo, potenciadores de la serotonina, pero por alguna razón, la mayoría de gente que toma dichos medicamentos parece bastante miserable, como si se les hubiera apagado algo dentro de los mismos, por no decir que no está nada claro que su componente pro-serotonina sea el responsable de cierta mejora en los síntomas varios, porque quizá sea la adrenalina o la dopamina la que entra en juego.
La relación entre serotonina en casos de impotencia aprendida, apatía, síndrome de la serotonina (serotoninergico), esclerosis, Alzheimer, Parkinson (por la acción positiva de la dopamina, antagonista de la serotonina), autismo, etcétera, nos muestra que no es todo oro lo que reluce en este caso.
Todo parece indicar que si quieres estar letárgico, con pocas ganas de aprender o jugar, con impotencia aprendida, y todo tipo de debilidades entonces quizá si harías bien en tomar serotonina.
Los efectos de esta contra el estrés no es porque la misma lo derrote y se consiga un estado de jovialidad sino porque “huye” del mismo, de tal manera que supone una especie de “muerte emocional”.