Una de las “golosinas” favoritas de los niños y no tan niños son esas gominolas de gelatina.
¿Quién no las ha comido?
Curiosamente estamos hablando de uno de los alimentos con mayor beneficio para nuestra salud.
¿Por qué es beneficiosa la gelatina?
En una ocasión, mi madre me dijo que anteriormente, en el campo, al menos en su región, las familias (incluida la mía) aprovechaban la totalidad del cerdo.
Cogían un barril lleno de sal, si no recuerdo mal, y metían las diferentes partes del cerdo: desde los órganos, hasta todos y cada uno de los huesos y cartílagos.
Posteriormente utilizaban las partes para las diferentes sopas, potajes o comidas.
Es decir, usaban hasta el último hueso.
Otra cosa en la que recuerdo este tema era cuando mi madre me comentaba que antes era totalmente común usar todas las partes del pollo a la hora de hacer las sabrosas sopas.
Es decir, que ella no concebía hacer un caldo de pollo si no tenía las patas y la cabeza.
Era algo que tenía que venir con el pollo porque tenía mucha importancia.
Viéndolo con perspectiva te das cuenta de que aquellos caldos no eran solo ricos en los nutrientes de la parte central del pollo, sino de otros nutrientes que eran muy ricos en las patas o en la cabeza.
Cada parte tiene su “fortaleza”.
En el caso de las patas esta fortaleza sería el colágeno, el cual, tras una buena sesión de cocción a fuego lento, acabaría convirtiéndose en una gelatina estupenda.
Esta gelatina resulta que es una forma de proteína bastante particular, la cual viene compuesta de glicina, alanina, prolina e hidroxyprolina. Una composición proteínica muy diferente a la que encontramos en las partes del músculo de las carnes.
Por alguna razón, los ministerios de sanidad de hoy en día han considerado que las patas o cabezas de los pollos ya no son buenas y que solo debemos consumir las partes más “musculosas” de los animales.
De esta manera, se empeñan en que solo podamos consumir las proteínas del músculo, muy ricas en triptófano y cisteína.
Sin que el consumir esas proteínas en sí sea malo, sí que puede darse el caso de que nuestra dieta se haya desequilibrado en exceso, pasando de consumir un perfil proteínico equilibrado a uno menos equilibrado.
Lo que está claro es que en nuestras sociedades avanzadas el consumo de la gelatina y las proteínas asociadas a la misma ha decrecido mucho.
En algunos casos, con la sola introducción de comidas ricas en gelatina, como pueden ser todos los caldos hechos con huesos, puede ser un alivio o prevención para una gran cantidad de problemas de salud.
Las formas de gelatina y colágeno
La mejor forma de conseguir gelatina es, sin duda, el cocinarla nosotros mismos.
El típico caldo o estofado de buey es mi remedio favorito para este tema, no solo porque su contenido en gelatina es bastante alto, sino porque está muy rico, aunque no es para todos los gustos, ya que no a todo el mundo le gusta la textura gelatinosa de la carne.
Otros caldos o estofados con pollos o huesos de ternera o cordero pueden servir también.
Sin embargo, como comenté, las autoridades han hecho muy complicado acceder a algunas de las fuentes más ricas como en su caso eran las patas de pollo.
Tendremos que apañárnoslas con lo que tengamos.
La otra fuente de gelatina es la “artificial” que viene en los típicos botes que podemos encontrar en farmacias o herbolarios.
Es muy común encontrar un derivado en los numerosos colágenos hidrolizados, y menos común encontrar las gelatinas hechas con hueso de ternera, aunque se pueden comprar en internet, por ejemplo de la marca Great Lakes.
Ambas gelatinas varían su estructura pero pueden ser válidas para compensar nuestra deficiencia en las proteínas mencionadas.
Dependiendo de la persona hay casos en los que se reportan problemas con una y con la otra forma de gelatina, que suelen ser digestivos.
Es más, hay gente que dice que el contenido en sulfatos de estos colágenos artificiales en polvo les producen efectos indeseados, que no ocurren cuando se usa el caldo de huesos natural.
Evidentemente, esto es algo que tiene que medir cada uno, en caso de utilizar algún día este tipo de proteínas.
Las maneras más típicas de tomarlas es mediante la mezcla con bebidas como zumos, café, leche, caldos, etcétera.
Beneficios de la gelatina
Bien, sin andarnos en especificaciones técnicas engorrosas, hay algo que me viene a la mente de manera intuitiva y es que lógicamente si para algo sirven estos colágenos debería ser para mejorar los que nosotros tenemos, es decir nuestros propios huesos y articulaciones.
Por eso, se cree que una de las propiedades más importantes de dicho elemento es la de mejorar la salud de nuestras articulaciones, incluida la de las uñas, cabello o dientes.
Hay gente, por ejemplo, que dice notar una mejora en la fortaleza y textura de su cabello después de introducir una dieta más rica en colágeno.
El contenido tan fuerte en proteína, sobre todo lisina, ayuda a que mejore nuestra estructura muscular.
Además, se cree que es un alivio significativo contra la artrosis o la osteoporosis.
Las recomendaciones de gelatina pueden ir de 5 a 15 o 20 gramos al día de la misma, dependiendo del caso.
Conclusión
De nuevo, creo que lo importante es no darle demasiadas vueltas a la cabeza con temas técnicos y específicos y pensar en la manear en la que comían nuestros abuelos; esos seres que no tomaban pastillas para depresión ni para casi nada y que gozaban de una salud aparentemente buena.
Si estos consumían caldos con huesos de manera habitual, deberíamos tomar nota e intentar incluir los mismos en nuestra dieta en la medida de lo posible. Y si no se puede probar con las gelatinas en polvo o incluso hacer nuestras propias gominolas.
Si es verdad que la composición proteínica de las mismas es tan diferente de la que encontramos en los filetes típicos que come todo el mundo hoy en día, puede que uniendo ambos perfiles proteínicos en nuestra salud mejoremos nuestro estado metabólico en general.
Pensad en ello.