Historia de un especulador de pisos
Voy a contar la historia de un especulador de pisos.
Erase un hombre humilde, que hace más de cuarenta años empezó de la nada y se dedicaba a vender ropa por los pueblos con una furgoneta en unas condiciones bastante precarias.
Este hombre tenía la mala costumbre de ahorrar hasta el último céntimo que tenía.
Años después Un día fue a un banco y le enseñó al banquero algunos millones de pesetas en efectivo, y le dijo que quería abrir una cuenta con un depósito.
El banquero se quedó pasmado al ver a aquel pobre hombre con tantos millones en mano. Le abrió una cuenta y un depósito sin pensarlo.
Poco más tarde este hombre decidió que tenía suficiente dinero – fruto de su deplorable vicio de ahorrar todo lo que podía – y decidió comprar un pequeño solar, edificar una casa y montar una tienda de muebles. Todo esto endeudándose de manera muy marginal.
Pasados pocos años, este hombre estaba obteniendo un buen beneficio anual de la venta de muebles.
Como es un hombre muy malvado, siguió ahorrando dinero, pues no veía placer en viajes al Caribe o gastarse el dinero en restaurantes de lujo los fines de semana.
Su único vicio consistía en hacer un viaje de vez en cuando para estar con su familia original o para dar comida y vestido a sus hijos.
Pasados los años y en un acto de vileza suprema, de la que solo un malvado especulador es capaz, decidió comprar un pequeño solar y edificó unos pocos de apartamentos para ofrecer en alquiler y para dar a sus hijos en vivienda en un futuro.
El vil especulador inmobiliario
Este hombre no quiso en ningún momento expandir su negocio.
Podía haberse apalancado y pedir prestado para abrir más tiendas de muebles por su región; pero no, decidió seguir con la suya, y con su vida tranquila.
Decidió poner sus ahorros en algunos pisos y en depósitos a plazo.
He aquí, la historia de un especulador, visto desde los prismáticos de algunos políticos y de no pocos intelectuales.
Según el punto de vista de algunos o del político que odia con toda su alma a aquellos que poseen más de un piso (que no sean él mismo claro), ese tipo de hombre que he descrito, llamémoslo X, es un especulador que tiene, por ejemplo, 10 pisos y 800.000 € ahorrados en el banco.
La visión de la mayor parte de las masas no hace diferencias en la manera que esos pisos fueron conseguidos. Sólo se fija en el hecho de que ese hombre es “rico” y tiene mucho patrimonio.
Según esa visión, X es un cacique acaparador, y especulador que ha contribuido a hacer subir los precios de los inmuebles y hacerlos inaccesibles para la mayoría de la población.
La simple mención de que X pueda tener 10 pisos hace que muchos suelten espuma por la boca y clamen por la injusticia del sistema.
¿Cómo es posible que dicha alimaña tenga tantos pisos mientras otros no tengan?
Hay que equilibrar la situación.
Políticos buenos
Después tenemos el caso de Y, un hombre que es concejal de urbanismo en su pueblo.
Este hombre accedió a su puesto a través de su activa participación en el partido desde joven. Nunca supo lo que fue ahorrar, y tenía la sana costumbre de gastarse lo que le sobraba en buenos restaurantes los fines de semana
Al poco de acceder a dicha posición que le confiere los más altos honores en la sociedad y ante lo que puede pavonear, resulta que al hombre le da por empezar a otorgar ciertos favores a ciertos amigos para tramitar con premura ciertos proyectos que a otros les lleva años o toda la vida.
Se compromete a recalificar unos terrenos por allí y otros por aquí y resulta que logra reunir un patrimonio al menos tan grande como el de X, mediante lo que se puede considerar comisiones de servicios prestados (en el mercado negro de lo público claro).
Precisamente el señor X es uno de los que le ha de pagar una cierta cuantía de dinero para poder agilizar el trámite de su edificio, pues si no se encontrará con más de mil trabas.
Y acaba con 20 pisos a nombre de su mujer, y 2.000.000 de € en las Islas Cayman; y todo sin haber ahorrado un duro en su vida, sino gracias la extracción de “comisiones” a los diversos personajes como X que pululan aún por este mundo.
Sí, todavía había gente que ahorra algo. No mucha, pero aún queda algún espécimen malvado de esos.
El señor Y es visto como un corrupto por la masa, desde luego, pero curiosamente no es visto como un especulador.
Especuladores y corrupción
El especulador es X; el corrupto es Y.
El primero no es menos odiado que el segundo por la mayoría del pueblo. Salvo en el barrio donde vive X, en el resto de la región o el país, el mismo no es sino un malvado especulador que ha acumulado diez pisos y que ha destruido la ilusión de millones de familias. Es más, el señor X es un usurero que además realiza la más abyecta de las actividades: alquilar pisos aprovechándose de los débiles de la sociedad.
¿A quién se le ocurre, ahorrar y construir unos pisos para que alguien pueda vivir a cambio de una renta?
Después está el individuo Z, que es un individuo con titulación universitaria y que aspira lo más probable a engrosar las listas de la función civil del Estado para poder tener una ocupación “fija” y “digna”, no un contrato basura de esos que ofrecen los malvados empresarios, y poder con ello pedir una hipoteca a treinta años sin poner prácticamente un duro: es decir, apalancándose a las trancas al alza en el mercado inmobiliario.
Resulta que sin saberlo, es el mayor especulador de todos, y sin embargo es el tipo medio de persona que más odia a los hombres X.
Para la mayoría de los Z, todos aquellos que tengan más de un piso, ya sean X o Y, son malvados especuladores, y su solución pasaría por poner impuestos casi confiscatorios al segundo piso. Z es un malvado que además se aprovecha de la gente.
Ante dicha situación, los hombres Y, entienden que la solución más fácil para poder satisfacer sus necesidades (de poder y dinero sin trabajar) es mediante la promesa a los electores Y de que podrán tener condiciones ventajosas en la adquisición de su casa y para ello habrá que sacar los fondos de algún lado.
¿Quién tiene esos fondos?
Pues los señores X.
¿A quién votarán los Y en las elecciones? A Y.
¿A quién votarán los Z? a Y.
Los X tendrán que buscar a alguien a quien votar, pero como evidentemente los individuos que tienen diez pisos son muchos menos que los que tienen uno o no tienen, el resultado a largo plazo es que la mayoría de las elecciones las terminarán ganando los representantes de los Z.
Consecuencia final de la democracia
La tendencia final de dicho proceso es la instauración de un sistema público de propiedad. Algunos X mantendrán sus posesiones a su nombre, pero será un carácter nominal.
La tendencia a largo plazo es que todo excedente que tenga X será repartido con los Z a partes iguales. Y se habrá pegado una vida impresionante mientras tanto ganando por partida doble y sin trabajar, en lo que es una proeza de inteligencia y bondad sobre cómo ganarse la vida sin producir algo real o ahorrar, sino mediante arte de magia que consiste en conseguir que X le ceda posesiones a los Z sin el consentimiento del primero.
Gran y honorable sistema sin duda.
De todo esto se puede sacar que todos los procesos de Dación de pago y toda política de stop desahucios acabará tarde o temprano en una nacionalización casi completa del sector inmobiliario, no solo en España, sino también en la mayor parte del primer mundo.
Las fuerzas que persiguen esto son tan grandes que el resultado final es imparable. Muchos señores X terminarán por ceder de manera voluntaria su posesión al Estado ante la futura imposibilidad de pagar las tasas correspondientes, y de echar a ningún inquilino que no pague.
Después de todo es curioso.
Si a mí se me ocurre ir a dormir al Ayuntamiento, las fuerzas públicas me echarán a patadas, y sin embargo si voy a casa de un vecino que está vacía, el dueño del terruño no podrá echarme sino tras un largo proceso judicial.
¿Pero cómo es posible que la gente no vea donde vamos?
¿No se dan cuenta de que estamos ya en una situación cercana al control absoluto del Estado en esta materia?
Los especuladores hacen subir los precios
Esta es una de las afirmaciones que la gran mayoría del pueblo cree como una verdad teológica e incontestable.
Los especuladores es una manera peyorativa de llamar a los productores (aquellos mismos que mantienen el funcionamiento del sistema y que dan alimento y cobijo a todos aquellos que los odian) en este mundo donde las fuerzas de la envidia son supremas.
Es posible que no haya un término que despierte más animadversión que el de especulador.
Solo los violadores y asesinos de niños y ancianos son igualmente odiados.
La mayoría cree que los precios de los apartamentos en la gran burbuja española subieron como consecuencia de que muchos constructores y “pequeños” especuladores estuvieron subiendo los precios.
Pero, yo me pregunto, ¿Dónde serán más baratas las patatas: en el pueblo X, donde producen 10 millones de kilos al año, o en el pueblo Y donde producen cero?
¿Será que cuanto más producimos más subimos los precios y que lo mejor será producir menos para que así, habiendo menos casas los precios bajen?
Pero, ¿No nos dicen en economía que si aumentamos la oferta los precios han de disminuir? O ¿Me será igual de fácil vender 10 millones de gallinas en un mercado que una?
Evidentemente la mayoría ven este asunto desde un prisma que está dominado por la envidia.
Solo ven que hay muchos pisos, pero no ven que para que haya muchos pisos tiene que haber mucha demanda.
¿No se dan cuenta de que si solo se hubieran construido 1.000 pisos en vez de 5 millones los precios hubieran subido mucho más?
Pues no; la mayoría habla en términos de que se construyó mucho y lo hace como si esa fuera la razón por la que subieron los pisos. Confunden causa y efecto y no tienen por supuesto, la más mínima noción de lógica o economía.
La envidia y la codicia son su guía.
La mayoría no se da cuenta de que la mejor manera de que no hubieran subido los precios sería que se hubieran fabricado el triple o el cuádruple de los que se hicieron.
No ve que a pesar de que se hicieron X millones de pisos, el número de inmigrantes que entró en el país fue de X*2 y que además la destrucción sistemática de las familias hizo que muchas casas empezaran a ser de manera masiva mono parentales, incrementando la oferta en una magnitud mucho mayor que X.
No se da cuenta de que todos aquellos que cogieron una hipoteca a 30 años se apalancaron sin haber ahorrado un duro, y apostando a que el precio de los inmuebles iba a seguir subiendo eternamente en lo que se puede considerar especulación suicida donde solo se ve la ganancia y nunca la pérdida; donde solo vale ganar y si perdemos lloramos a papá Estado para que nos “rescate” y nos “regale” el piso.
Vivienda y Estado de Bienestar
Yo me pregunto qué pensará la mayoría cuando creen que el Estado debe garantizarles su vivienda e ir más allá de la Dación en pago, es decir, que puedan hacer uso de esa casa por el resto de su vida como si fuera suya.
¿Y los que no se hipotecaron y decidieron quedarse con sus padres o de alquiler? ¿Esos qué? ¿Debe el Estado también ofrecerles un piso? ¿O será que por haber cometido el crimen de ser más humildes y haberse ido de alquiler no tienen derecho?
La respuesta está más o menos clara. O todos, o ninguno.
Pero claro, eso sería pedir la completa confiscación de todo el sector y el consiguiente reparto de pisos a todo el mundo; incluso aquellos que se quedaron en casa de sus padres.
El problema de todo esto, es que los señores X no volverían a ahorrar en su vida. Los Y se alzarían en el poder como nuevos tiranos y los Z podrían vivir en paz y comer perdices. Y además se tendría que dar piso a todos aquellos inmigrantes que están en España en el momento, y ya que estamos, a los que no están también.
Desde luego habría una gran demanda de pisos. De donde sacar para satisfacerla no sé, pero eso carece de importancia para los demagogos.
La cuestión es que todos aquellos que defienden todas estas cuestiones de “derechos sociales” y “vivienda digna para todos”, creen que podrán seguir teniendo una vida con los lujos actuales luego de que los malvados especuladores X hayan sido expropiados.
Creen ingenuamente que incluso la culpa de los males del país es que los malvados X hayan especulado y mantengan su posición caciquil.
El final de la especulación y la soñada utopía
La verdad, es que no me choca demasiado que quieran expropiar a los X; lo que realmente me choca es que crean que expropiando a los X podrán seguir como antes, con viajes al Caribe, teles de tropecientas pulgadas, cenas en restaurantes exóticos todas las semanas y tablets de diverso tipo.
Está más que claro que el futuro de los hombres X no es muy halagüeño en lo que a sus ahorros concierne. No obstante soy optimista, pues sé que en última instancia, son los hombres austeros como X, los que mejor llevarían en el fondo la vida en un sistema totalitario soviético, pues son aquellos que menos necesitan para vivir. Además no echarán de menos sus viajes al Caribe, pues no eran ellos lo que usaban de esa diversión.
Serán por el contrario los Z y sus demás variantes, los que más tristes se volverán pues a pesar de todos los intentos que hagan nunca podrán volver a disfrutar de los viajes a Punta Cana.
Cuando se llegue a esa situación ya no habrá especuladores inmobiliarios a los que echar la culpa de que las viviendas suban de precio, ni de que con los sueldos que se cobran, apenas de para comprar un poco de papel higiénico.