La geoestrategia siempre fue un campo que me interesó.
No podía ser de otra manera para alguien que le gustaba devorar libros de historia, geografía, demografía y todo lo que se pusiera por delante que conllevara conocimiento sobre el camino de la humanidad para llegar a donde hemos llegado.
Es un tema muy interesante y es algo que muchos intentan descifrar, sobre todo en la época actual con el debate de globalización o desglobalización, concepto este último que podemos encontrar en wikipedia.
Muchos creen que el Coronavirus es el golpe definitivo a la globalización y se ponen a hacer malabarismos geoestratégicos de todo tipo, empezando por muchos de los que manejan la narrativa oficial, que hablan del tema como si tiene una posibilidad.
¿Cuál es el problema de esta narrativa y de la geoestrategia en general?
El problema es que todo está más que determinado y lo único que vemos no es sino un guión totalmente establecido desde antaño que nos hace creer que vivimos en una realidad pero que en el fondo no es más que una película. O sea, que todo el proceso geoestratégico mundial no es más que una pantomima digna de un cuento de terror.
¿Cómo es posible?
¿Pero no se supone que los Estados Unidos se oponen despiadadamente a China o Rusia, y que Putin y Trump son dos líderes contrarios al establecimiento del Nuevo Orden Mundial?
En teoría sí.
Eso es lo que parece en la superficie del juego mundial de las diatribas políticas.
En la realidad estamos ante un fenómeno muy diferente, pues toda la supuesta enemistad de dichos agentes geopolíticos opuestos no es más que un teatro para el consumo de las masas.
Tanto Donald Trump, como Vladimir Putin, como Xi Jinping, Angela Merkel, Pedro Sánchez, o cualquier otro personaje político del mundo están controlados por la misma élite esotérica. Dicha élite esotérica tiene un mandato específico que significa que todo lo que ocurre en el mundo tiene que ir teniendo un carácter falso creciente. O sea, que todo lo que concierne de manera importante a la vida económica, política y social tiene que estar basado en la mentira. Este mandato es de carácter religioso pero eso es algo que dejo para otra ocasión.
Vamos, que todos los líderes del mundo son actores que juegan un juego totalmente predeterminado. Un juego que está tan finiquitado que el mismo viene totalmente establecido en una serie de cálculos programáticos totalmente demenciales que se cumplen con una precesión divina desde tiempos inmemorables.
La profundidad de la geoestrategia
El problema de la geoestrategia es bastante más profundo que suponer que todo está predetermindo. Todos los líderes del mundo, ya sean gobiernos radicales como Corea del Norte, o gobiernos moderados como por ejemplo Australia, están totalmente dominados por la élite mundial.
¿Cuál es el objetivo primordial y primigenio de esta élite?
La unión mundial.
Esa unión mundial en su plano geoestratégico significa la realización de un Gobierno Mundial.
Luego tenemos las otras ramas de la unión, que van desde la raza, al género, pasando por la edad y la especie (animales, humanos y eventualmente plantas). Pero ahora estamos hablando de la rama geográfica, o sea de la unión del mundo. Ya sabes, el mundo sin fronteras.
Bien, si esas élites tienen programada la unión mundial y pensamos que las mismas son enemigas de la humanidad entonces la conclusión lógica sería que lo contrario a dicha unión sería lo correcto. Es decir, defender la desglobalización, el nacionalismo y finalmente el individualismo. Pero si digo que incluso las élites que controlan los movimientos nacionalistas están controladas, ¿no será que el nacionalismo es también falso?
Pues no lo es.
¿Por qué?
Pues porque tenemos que pensar que el arma principal de las élites globalistas es usar la mentira, y que dicha mentira tiene un valor metafísico crucial. Por lo tanto dichas élites tienen como objetivo acabar con la verdad. Para acabar con la verdad su tarea más importante es infiltrar los movimientos de la misma, para que al cabo del tiempo puedan manejar el proceso de la unifiación geoestratégica mundial de manera totalmente perfecta.
Quizá, en un principio, las primeras élites nacionalistas no estaban contaminadas, pero para eso tendríamos que irnos muy atrás en el tiempo; casi hasta tiempos en los que el Estado casi no había tomado forma y las formas políticas apenas iban más allá de la tribu.
Las élites mundiales siempre tuvieron como objetivo subvertir el orden natural y para ello qué mejor arma que la mentira, y para poder mentir el mejor objeto es el camuflaje, por lo que primero han de infiltrarse en las poblaciones con buenas maneras, mientras que por la espalda trabajan la destrucción del cuerpo. Visto así es claro que estamos ante una situación de parasitismo avanzado.
Entonces sí que podemos decir que en cierto modo hay una lucha, pero más que geoestratégica, la cual ya está predeterimanda, se trata de una lucha espiritual. Es decir, los nacionalistas hacen bien en defender su patria, su casa y su familia, pues todas esas cosas forman parte del derecho natural de cualquier ser viviente. El problema de estos patriotas es que no saben que están siendo usados por sus propias élites y piensan que están participando en un juego limpio, donde sus acciones tienen importancia desde un punto de vista estratégico.
Déjame que te diga una cosa, no las tienen.
Las acciones de los patriotas, ya sean Q, Vox, nazis, Salvinis, o nacionalistas rusos (movimientos todos controlados por las élites), no van a cambiar el hecho irremediable que el mundo va a terminar en un gobierno mundial, y que el drama para que el mismo sea construido necesita de la parte activa de dichos movimientos patriotas. La base de esos movimientos está compuesta por fuezas genuinas pero la cabeza está corrompida.
¿Entonces para qué luchar?
¿Si todo está predeterimado qué sentido tiene todo esto?
Bueno, todo esto tiene un sentido mucho más profundo de lo podamos pensar.
En este caso no se trata de conseguir la victoria geoestratégica para la masa, pues eso es imposible. Además, el concepto de masa ya nos indica que ahí estamos en territorio enemigo, y por eso no podemos hacer nada para pararlo. Sin embargo, sí podemos hacer algo desde un punto de vista individual, y aquí entramos en un plano más sutil y que abandona el determinismo de la masa y la consecución del Huevo Cósmico al que nos derivan las élites. Lo que no podemos conseguir como “masa” lo podemos conseguir como “individuos”.
Las élites pueden crear el gobierno mundial de la religión andrógina, pero no pueden obligarnos a participar del mismo.
Pueden forzarnos pero la última palabra la tenemos nosotros.
Es ahí, en la soberanía de la decisión individual, donde radica la fuerza del espíritu.
Por los requisitos metafísicos de la religión de las élites, las mismas tienen que mentir en las noticias y decir la verdad (aunque sea de forma sutil) en la ficción (películas).
Recordad esto:
“Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán la libertad”