La alquimia es una de esas cosas que tienen un halo de misterio y prohibido que llama mucho la atención a todo interesado por las “artes ocultas”.
Por ejemplo, en mi caso, no pude evitar interesarme profundamente por este tema hace muchos años, en mi juventud.
- En aquella época este tema de la alquimia era algo con lo que pensaba que podría descubrir el secreto para encontrar la Piedra Filosofal.
Leí algunos libros pero no pude descifrar el misterio.
No tenía claro eso del solve et coagula, y creo que era algo que mencionaba como si por el hecho de saber que existía fuera alguien con algún tipo de privilegio.
Bien, tuvieron que pasar muchos años para comprender finalmente, y de manera intuitiva pero clara el significado del gran secreto de la Alquimia de antaño.
En la mente de las masas la alquimia es presentada como la lucha contra los medios físicos para poder producir el metal más noble: el oro.
Dentro de la cultura popular ese afán por conseguir el tan preciado oro fue suficiente para dotar a la alquimia de un significado mágico.
No obstante, convertir metales en oro no es sino el anzuelo material para despistar al populacho del verdadero alcance del trabajo alquímico de la época de antaño, cuyo verdadero objetivo era la preparación espiritual, la búsqueda del “oro etéreo”. Esto lo sabían los aprendices e interesados que se interesaban por la ciencia arcana y que ávidos de conocimientos e iluminación tonteaban con los maestros de la alquimia.
Los símbolos de la alquimia
La alquimia, como todas las ciencias arcanas similares, tiene sus simbolos, los cuales explican el verdaero carácter de dichas doctrinas espirituales.
El símbolo más conocido de la alquimia es el Rebis, el ser andrógino resultado de la obra alquímica.
Cuando eres totalmente profano – como la gran mayoría – el oir hablar del Andrógino es algo interesante y tentador. Suena a algo mágico, a como si el alcanzar ese grado de “fusión” estaríamos logrando la consecución del más alto honor espiritual. Así, sin pensar mucho puedes convencerte de que el estado ideal del ser es el andrógino, con esencia masculina o femenina o mejor dicho, sin esencia ninguna.
Este Rebis, con cabeza de hombre y mujer suele venir representado encima de un dragón al que pisa y encima de una figura en forma de rombo-pirámide, con el 43, representación del número perfecto, 7.
Otras figuras representativas de este Rebis son el sol y la luna que flanquean al primero, y también un compás y una escuadra, todas bien conocidas en otas doctrinas similares.
Si nos fijamos bien, estos símbolos no son muy diferentes de los que podemos encontrar en muchas otros movimientos de tipo secretista y oculto, tanto antiguos como modernos. Visto así, sería fácil reconocer a la alquimia como un nexo de unión entre ciertas tradiciones antiguas y otras modernas, de tal modo que no es difícil deducir que la alquimia no murió realmente, sino que sus miembros se transformaron y dieron paso a la era moderna bajo otros disfraces.
En una ocasión en que fui a Praga, tuve el placer de ver in-situ estas cuestiones cuando visité un pequeño museo dedicado a la alquimia.
En esa casa-museo había un supuesto taller alquimista en el que pude ver una gran cantidad de rebis, pero además muchos otras cosas, como la cola de un pavo real, búhos disecados, cabezas de cabra, máscaras con cuernos, serpientes ouroboros, símbolos piramidales con letras hebreas e incluso un globo terrestre antiguo.
En aquella ocasión, la guía, una simpática señorita checa, habló sobre el hecho de que los alquimistas eran pioneros de las ciencias en aquella época, y que a los mismos se les debe parte de la ciencia moderna. Este tipo de afirmación es fácil de deducir observando el globo terráqueo, entre otras cosas.
Con esas y otras afirmaciones fue resultando bastante fácil el reconocer el significado del a unión de los opuestos, o “Sagrado Matrimonio”.
En primer lugar, era obvio que aquel lugar era un centro de práctica ce ciencias ocultas, por decirlo suave, o de adoración al diablo, por decirlo de un modo más directo, como cualquier cristiano hubiera dicho antaño. En la edad moderna actual, con la completa parálisis del espíritu cristiano en el mundo occidental, un lugar así es visto por un sitio de “científicos”, donde el estudio de la química y la física son el fundamento. Pero ¿de qué química y física estamos hablando? Pues de las de la Unión de los Opuestos.
¿Qué es la Unión de los Opuestos?
“Cuando haces dos en uno, y cuando haces el interior como el exterior, y el alto como lo bajo, y cuando haces al macho y la hembra en uno solo, de tal modo que la el macho no será macho y la hembra no será hembra”
Lo que hace a la alquimia especial entre todas las ramas de las enseñanzas dualistas es el hecho de que expone de manera clara el objetivo de las mismas: unir los opuestos para crear el “Andrógino” perfecto, estado supremo de la iluminación espiritual.
En otras doctrinas podemos ver claramente estos conceptos, como el yin y el yan, cuerpo y alma, dos pilares (blanco y negro), el árbol sefirótico con los dos laterales y el central, la Estrella de David, el Sello de Salomón, el árbol caduceo con las dos serpientes, “lo que es arriba es abajo”, etcétera.
En todas estas doctrinas están presentes los conceptos dualistas de la Creación, pero en ninguna, probablemente, se muestra más claramente o se confiesa cual es el objetivo real de alcanzar el máximo grado de conocimiento, por decirlo así.
La unión de los opuestos, el “Matrimonio sagrado”, la disolución de los contrarios, conjuctio, etcétera, son solo referencias al mismo asunto, que no es otra cosa que llegar al andrógino.
Por otro lado, pocas doctrinas explican el asunto tan bien como la alquimia. Por ejemplo, cuando esta nos dice: “conseguir la reducción al estado primero de la materia”.
Si nos fijamos bien podremos encontrar todo tipo de analogías similares en prácticamente toda el conocimiento alquímico, pero todo se reduce a conseguir la Unión de los Opuestos.
Todo esto, presentado en ese halo de misterio, magia e intelectualismo impresiona incluso a los más versados, pero una vez se analiza desde un punto de vista espiritual, con los “ojos del espíritu”, no es difícil darse cuenta de que se trata de una doctrina falsa. Pero no falsa en el sentido de que esté equivocada. En absoluto. Falsa, porque es una doctrina inversa, en el sentido de que es contraria a la verdad y que tiene a la mentira como esencia fundamental.
Todo esto proviene de los más profundos abismos de la iniquidad, y por ende no podría ser más refinado y bien presentado. Pero por muy bien presentado que esté no puede evitar enseñar de qué se trata.
Voy a intentar explicarlo de una manera sencilla.
La unión de los opuestos significa la eliminación de esos opuestos. Es decir, la destrucción de la diversidad.
La eliminación de la diversidad solo tiene por objeto reducir todo a la materia prima primaria, ya que la misma es igual en todos los aspectos y no tiene diferenciación alguna. Esa materia prima significa la destrucción de todo aquello que tiene esencia propia, pues a fin de cuentas la alquimia es eso: la destrucción de las esencias.
Lo que los alquimistas hacen – destruir las esencias individuales – se convierte en un traspaso de esas esencias hacia otros planos de la existencia. Lo que están haciendo – e hicieron siempre – los alquimistas, es procesar todas las esencias del mundo hacia un estómago insaciable.
Todo el “proceso alquímico” se basa en la eliminación de todo lo que es único y diferenciado, para convertirlo en lo que es igual e indiferenciado.
En la existencia hay una fuerza que está interesada en que todo sea igual e indiferenciado, y por eso gusta tanto de los reinos de abejas o de hormigas, por ejemplo, porque los mismos se aproximan bastante a su “ideal”.
Esa fuerza, es lo que muchos alquimistas y similares denominan “Ser Supemo”, entre otros nombres. Sin embargo, la misma es lo que los cristianos verdaderos denominan Satanás, el Gran Engañador. Y es que al final la alquimia necesita de la mentira para poder construir a su andrógino.
¿Por qué la mentira?
Por una razón evidente: se necesita mentir de manera muy refinada para convencer al hombre de que no es hombre y la mujer de que no es mujer.
Muchos de esos alquimistas, sobre todo los de más bajos grados no lo ven o vieron nunca así, por desconocer del verdadero cariz del asunto, y por pensar que por estar construyendo un “sistema artificial complejo” dentro de una orden milenaria, estarían contribuyendo al plan de Dios – sin pensar realmente con qué Dios están tratando. Porque solo ese “Dios” podría estar interesado en eliminar los opuestos: hombre y mujer, mentira y verdad, bien y mal. El asunto de la mentira se entiende mejor en la dualidad mentira y verdad, porque la doctrina alquímica dice que los dos opuestos han de unirse y que por tanto la verdad y la mentira han de ser una sola, de tal modo que la una sea igual que la otra. Sin embargo, igualar la verdad a la mentira equivale a afirmar que mentir o decir la verdad tienen el mismo valor, lo que es lo mismo decir que se justifica la mentira, porque al final todos somos “Uno”.
Toda esa disolución de los opuestos, pues, no puede ser el verdadero camino a la verdad, porque la verdad es verdad y la mentira es mentira, al igual que el hombre es hombre y la mujer es mujer, o que el día es día y la noche es noche.
Una vez aceptas sin fisuras que todo es igual, entonces te habrás convertido en el andrógino perfecto, que al mismo tiempo es lo mismo que el comunista perfecto, visto desde el punto de vista profano y político moderno. Esta última asociación de comunista perfecto y disolución de los opuestos es fácil de entender, habida cuenta de que ambos conceptos reducen todo a lo “igual”.
El trabajo de la alquimia lleva en proceso desde el comienzo de esta Creación en este plano material.
Los alquimistas, a pesar de tomar ese nombre en la Edad Media, son en realidad otra rama de las muchas que ha habido ,y hay, en el proceso de construcción del mundo andrógino. Un proceso que requiere de gran paciencia y un trabajo sistemático y bien diseñado. Un proceso que solo una mente diabólica podría diseñar, porque solo ese tipo de mente puede disfrutar con la destrucción de todo lo que es diferente. Solo esa mente puede disfrutar viendo la construcción de un mundo donde todo se reduzca a una sola “materia”, igual e indiferente, y además disfrutando de ver como todos caen en la celada espiritual por el camino.