Las abejas comparten algo en común con las sociedades humanas de hoy en día: su carácter extremadamente gregario.
Ese componente gregario es llamado social por algunos.
Cuando veo algo relacionado con las abejas siempre recuerdo aquel pasaje de René Guenon en su obra “El Reino de la cantidad y los signos de los tiempos”:
Para conseguir que los hombres vivan enteramente en público, no basta con reunirlos en una masa en cualquier ocasión y con cualquier pretexto; es asimismo preciso instalarles no solo en las colmenas que antes aludíamos, sino literalmente en colmenas de vidrio dispuestas de tal forma que solo podrán tomar su comida en común; los hombres que son capaces de someterse a semejante existencia parecen haber caído verdaderamente en un nivel infrahumano, comparable al de los insectos gregarios como las abejas o las hormigas;”
En estas frases Guenon nos resume perfectamente lo que significa el haber alcanzado la era de las sociedades “desarrolladas”: la sociedad de lo público, donde todo está uniformizado, aunque parezca no estarlo.
El paralelo entre las colmenas de vidrio que vendrían a ser nuestros edificios y las colmenas de las abejas es explicativo, pues ambos son compartimentos en forma de cubo, el de las abejas en sus típicos cubos hexagonales y los edificios en cubos mas “cuadrados”, pero que en esencia son la misma cosa.
Que las abejas tienen un carácter gregario es obvio.
Todo el mundo sabe que en las colmenas hay una abeja reina, abejas obreras y zánganos.
Las abejas obreras trabajan para la reina en un estado de hipnotismo que es creado por la anterior, mediante la emisión de feromonas.
En las sociedades actuales, dichas feromonas son producidas mediante un trabajo inmenso de lavado cerebral e influencias fisiológicas varias, de tal manera que el objeto final sea obtener un hombre más gregario, que se haga menos preguntas, y que esté contento de ser igual que los demás porque de alguna manera pertenece a “algo”.
Las abejas y la Era industrial
Si vas a Manchester, en Inglaterra, una de las cosas de las que podrás percatarte es que muchas de las basuras tienen símbolos de abejas.
Si te informas te darás cuenta de que las abejas son un símbolo fundamental de esa ciudad y de su carácter prominente en el desarrollo de la Revolución Industrial, siendo la abeja y la colmena los elementos asociados con las sociedades industriales y sus obreros.
Es decir, el obrero vendría a ser una abeja.
Lo que ocurre es que por algún detalle curioso, a pesar de ser comparados con esos animales, los obreros no se paran a preguntar por qué son comparados con las abejas, esos animales que parecen ser tan gregarios y controlados por una reina. No se preguntan si puede haber alguna “reina” que los controle a ellos también, de tal manera que se dediquen a hacer su trabajo: producir.
No; más bien al contrario, los obreros se encargan de llevar ese carácter uniformizador de la era industrial hasta cotas mucho mayores, de tal manera que en algún modo, pretendan ir más allá del carácter infrahumano de una abeja.
Esto se explica por el hecho de que el grado de hipnotismo de los obreros-abejas, la “caída” de estos en el espíritu de la colmena sea mucho más profunda que el de esos insectos. Una caída más profunda porque lleva consigo un elemento espiritual de orden superior, ya que someter a entes con conciencia es mucho más complejo que someter a unas abejas, hormigas o langostas. Digamos que el grado de mentira ha de ser mucho mayor.
Pero la simbología de las abejas no queda solo ahí, en el origen de la Revolución Industrial, sino que es algo que podemos ver y encontrar numerosos sitios, y en particular en mucha abundancia en la simbología de la masonería.
Por ejemplo, la típica colmena en los mandiles.
En esa tradición, las abejas son consideradas como un recuerdo de la importancia del trabajo duro para alcanzar la prosperidad y el bien común, siendo, pues, un símbolo de sabiduría.
También se pueden encontrar abejas en los símbolos de numerosos reyes franceses de antaño, en Napoleón, las tradiciones egipcias y caldeas, entre muchas otras.
Todas esas tradiciones, o al menos esas partes de las mismas, eran bien conscientes de la importancia simbólica de las abejas.
La mente colmena (el Hive Mind)
El tema de las abejas no solo podemos reducirlo al carácter “social” o gregario de las mismas, sino a un concepto bastante de moda últimamente: el de la mente de colmena o “hive mind”, como se le dice en ingles.
En lo que es una simetría perfecta con el concepto “Lo que es arriba es abajo”, la mente colmena de la sociedad humana viene a ser lo mismo que una colmena de abejas.
La última tiene un sistema de control mediante las feromonas de la reina, que con su manipulación, logra que el resto de abejas estén en un estado mental de hipnotismo.
La sociedad humana vendría a ser lo mismo, pero en un nivel superior desde el punto de vista espiritual.
En el caso de la colmena humana, hacen falta más que feromonas para poder controlar a la práctica totalidad de la población mundial, sin que esta se dé cuente de lo que está realmente pasando.
En este sentido digamos que hay un grupo de personas que hace el trabajo de esparcir las feromonas de la reina por las sociedades humanas.
En el caso de la colmena humana dichas feromonas vendrían a ser un sistema de manipulación que a través de los medios y los cirulos de poder logra que la población mundial siga ocupada en su “trabajo”, sin qu pueda percibir la realidad.
Para que la reina y sus súbditos mantengan el poder hace falta que las abejas no entiendan que están siendo manipuladas. Todo lo contrario: en este caso piensan que les están diciendo la verdad e incluso defenderán a sus manipuladores con ferocidad.
Muchos piensan que la reina en la sociedad humana vendrían a ser los poderes políticos, pero desgraciadamente se quedan cortos, pues esos poderes políticos, no son sino una capa más en un sistema de colaboradores que alcanza al poder supremo: aquel que descansa encima de la pirámide.
Este ente supremo vendría a ser la reina, y sus servidores, aquellos que ostentan el poder político, dependen de que las masas continúen engañadas.
Voy a intentar explicar un poco de manera resumida en qué consiste la equivalencia entre la colmena de las abejas y la colmena humana presidida por aquel al que podríamos llamar el Gran Arconte.
En la colmena de las abejas la reina depende de que las abejas estén hipnotizadas y su objetivo final es que las mismas le hagan todo el trabajo y le proporcionen polen y comida, por decirlo así.
En la colmena humana, el Gran Arconte, equivalente a la Reina suprema, necesita tener a todos sus discípulos en un estado de hipnotismo, para lo cual usa todas las herramientas de engaño que podamos imaginar.
Y es ahí, en ese componente espiritual: la mentira, donde radica el equivalente al “polen”.
El misterio no es otro que el sistema moderno está diseñado para que las abejas, en un estado de histeria onírica, proporcionen la mayor cantidad de engaño al Arconte.
El engaño, la mentira esencial, viene a ser el equivalente “arriba” al polen de “abajo”.
Lo curioso de todo esto es que la masa de humanos que viven en esta sociedad ni siquiera se percata que viven en un sistema en el cual producir mentira es la esencia suprema.
Sus vidas, sus obras, sus trabajos, casi todo, parten de mentir a los demás, y mentirse a si mismos, e esencia sin que se den cuenta.
He ahí el trabajo final requerido por la mente de la colmena, pero esto tiene muchas otras ramificaciones desde un punto de vista societario humano, pues el hecho de que las masas humanas tengan que crear sistemas de producción masiva de “mentira”, también va paralelo a la consecución ultima de un sistema de socialismo total, en el cual todos sean, o crean serlo, iguales; cosa que evidentemente no es cierta, y sin embargo, los individuos de este mundo son empujados de manera taxativa a creer que sí lo son.
Por otro lado, el concepto de abeja obrera cuadra perfectamente con el que los humanos hacen hoy en dia, en esta sociedad que se adentra en los estadios finales de la Era Industrial, la era de la Abeja, en la que el hombre es un claro ejemplo de ser muy atareado, trabajando por el “bien común”, algo que es falso, evidentemente, pues no se trata de bien común, sino de todo lo contrario: “El bien de la reina”.
La menta colmena, siendo la de un estado mundial, de una raza, de un mundo unido, etcétera, implica un pensamiento único, que en definitiva no es sino el hecho de que los humanos son como las abejas: insectos iguales unos a otros sin individuación alguna. Seres que trabajasen pos de lo “social”, en pos del “cubo”, sin saber que una vez caídos ahí, ya no gozan de carácter propio.
En este sentido, la consecución de la mente de la colmena vendría a ser la desaparición de todo lo que es puro, es decir, el triunfo de la mentira esencial.
Para escapar de la mente de la colmena hay que rechazar por completo la mentira esencial.
No somos abejas, ni somos uniformes, ni el mal es lo mismo que el bien, ni la mentira tiene el mismo valor que la verdad.
Solo en la mente de un ser demencial puede entenderse que la mentira es buena. Solo un ser que se alimente de mentira puede concebir algo así.
Así mismo. Hoy recibes información de todas partes sin hacer preguntas o poder debatir simplemente te sientas frente a un televisor y recibes información sin poder preguntar si es cierto lo que te dicen por simple hecho del que habla es un «experto» o vas a la escuela recibes «educación» sin cuestionar lo que aprendes porque ellos son los que saben, son los maestros y están en lo «correcto». Y si hablamos de los científicos hay mucha tela que cortar, ya que la gente cree mas en la ciencia que en cualquier cosa, como una religión. Muy interezante este articulo y se asemeja a los protocolos de los sabios de zion. Bendiciones.